Esos vegetarianos

«Los veganos creen que van a vivir más tiempo,
lo que no saben es que tienen más probabilidades de morir
asesinados durante una conversación».

@daemonic3

Esta semana nos reunimos con unos amigos en un restaurante, yo lo elegí sin darme cuenta que se trataba de uno vegetariano. Me preguntaron si era vegetariano y respondí que no. «¿Y entonces quien es vegetariano?» me increpan. Rápidamente revisé a mis comensales y señalé a mi amiga periodista. ¡Ella! La señalé, como uno señala al que hace ruido con la funda de comida prohibida en el cine. Pero ella se sentía señalada desde antes, nos contaba que salía a hurtadillas a comer a su propio restaurante pero sin decir a dónde.

¿ERES VEGETARIANO?

Es una pregunta que puede tener miles de significados. Desde «¿no comes carne?» hasta «que raro que eres, por dios, no sé si quiero seguir siendo tu amigo». A mí me la hacen a menudo y veo todos esos significados en su cara. Les digo que no y se extrañan más todavía. Que para qué entonces voy a un restaurante vegetariano, me dicen en una mezcla de curiosidad y un «ajá, sí claro ¿te a vergüenza decir que eres vegetariano?».

La verdad es que no soy vegetariano sino que procurso bajarle al consumo de carne por dos razones fundamentales. La primera es que uno no puede decir que le preocupa el cambio climático –como suelo decir– y hacerse de la vista gorda respecto a las emisiones de metano del ganado, la destrucción de bosques para producción de pastizales y el tremendo consumo de agua que esto representa. El consumo masivo de carne es un tremendo problema para la sostenibilidad del planeta.

La segunda razón es que el consumo de carne enferma. Todo enferma, en cierta medida. Daß ein Ding kein Gift ist decíamos en la facultad: la dosis hace al veneno. Es por eso que me permito comer carnes pero en general procuro almorzar vegetariano de lunes a viernes. Si me preguntan, creo que deberíamos reducir la dosis de cárnicos a una pequeña porción (aproximadamente del tamaño de un iPhone 4S) unas 3 veces por semana. En Medicina, no hay una última palabra –excepto en el caso de la homeopatía, la homeopatía no funciona— no obstante, parece ser que las recomendaciones para disminuir la carne de la dieta son bastante discutibles, pero como les comentaba, esto para mí es secundario.

Usualmente se aduce una tercera razón para no consumir productos animales, y es que con esto provocamos el sufrimiento de animales. Un motivo sumamente respetable. Lastimosamente muchas de las personas que adscriben a este argumento, a veces se vuelven un pain in the ass defendiendo esta postura, y esto es lo que pasa con una gran mayoría de veganos. Probablemente esta agresividad sea la razón detrás de quien se aleja un poco de ti cuando te pregunta si eres vegetariano (eso y el miedo a lo diferente).

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Ilustración por Alberto Montt bajo licencia CC-BY-NC-ND

Cualquier aporte gradual a la disminución de carne ayuda en su justa proporción a reducir la demanda de carne y, por efecto rebote, disminuir su producción. Es mucho más sensato pensar que todos podemos comer la mitad de carne a pensar que, de repente, la mitad de la población va a volverse vegetariana estricta. Incluso si no apuntamos al 50% sino a un 15%, la primera estrategia tiene mucho mejor pronóstico. Esto de ser semivegetariano, por mucho que te contradiga un vegano, también es bueno para ayudar a los animales.

Tampoco es mala idea buscar el origen de las cosas que consumimos, vaya a ser que tú –amigo lector– tengas predilección por cierto tipo de especies o ecosistemas y estés inintencionadamente, contribuyendo a algo que no te guste.

¿Qué es importante?

Cada día de mi vida durante los últimos meses me hago esa pregunta: ¿Qué es importante? Lo hago al momento de decidir en qué enfocarme en mi trabajo, cuando pienso en cambiarme a otro. Al encontrar un vacío en mi tiempo libre o cuando me falta voluntad para algo. Es que uno es atípico, no en el sentirse cansado o deprimido, que eso le pasa a todo el mundo, sino en pensar que eso se debe al estado del mundo en general.

No paso hambre, incluso si no tuviera trabajo tendría una familia que me ama y protege, no pesa sobre mí diagnóstico alguno pero sé que cada día mueren miles de niños por simple hambre, que una de cada cuatro personas en el mundo no tiene acceso a agua potable, que una cantidad igual murió sin haber realizado una llamada telefónica en su vida en la década pasada. Sé que estamos acabando con la vida y su diversidad, actualmente la capacidad de regeneración de la Tierra está por debajo del nivel de consumo de quienes la habitamos. Eso quiere decir que, además de gestionar una pobreza artificial (el 30% de la producción de alimentos va a la basura sin que nadie haya tocado esa comida), estamos creando una escasez de recursos irreparable. He decidido pensar que esta es la causa de mi angustia.

Al mismo tiempo, las personas nos enfrentamos a una paradoja inusual, en un mundo globalizado tenemos fuerzas que están distribuyendo el poder de negociación al tiempo que otras buscan acumularlo en unas pocas manos. Así, mi alcance puede ser mucho mayor que hace una generación, donde casi nadie usaba la web, pero las estructuras que uno aspira modelar también se defienden de forma más eficiente. En un país pequeño, incluso ser presidente no es suficiente. Todos los ecuatorianos podríamos dejar de existir el día de hoy que las tendencias continuarían siendo exactamente las mismas, aún si un domo enorme protegiera nuestro territorio de cualquier posible amenaza. Un problema global requiere de soluciones globales, no humanas.

El problema con los seres humanos es cuádruple: En primer lugar, no somos buenos para hacer frente a «problemas de largo plazo» o postergando la gratificación; dado que nuestras raíces están en la supervivencia diaria en la sabana, nos cuesta pensar en los efectos a largo plazo de nuestras acciones actuales en el medio ambiente. En segundo lugar, somos excesivamente optimistas y confiados, y aunque esto puede haber ayudado a nuestra supervivencia antiguamente y sigue siendo relacionado con el éxito y la esperanza de vida, tiene un inconveniente – que en general no nos gusta escuchar una mala noticia y no estamos preparados para ello sin importar cuán cuantificable sea la noticia. En tercer lugar, no somos capaces de comprender los efectos del crecimiento compuesto (exponencial), lo que significa que ignoramos sus efectos sobre los recursos limitados y, en última instancia, su insostenibilidad. Por último, tenemos una confianza injustificada en el cerebro humano y su capacidad intelectual para salir a nuestro rescate en esta materia; dada la capacidad del cerebro para mantener una actividad intelectual infinita esto no nos debe sorprender, pero no debemos simplemente asumir que esa capacidad infinita aplica al entorno natural (Jeremy Grantham).

Nos preciamos de ser racionales, pero nuestro comportamiento no escapa a nuestros orígenes. Emotivos como somos, no somos capaces de ver con ojos críticos a eso de venderle el alma (nuestro planeta) al diablo (quien sea que esté de actor de turno en el sistema económico que produce dinero de la nada), sea en grandes porciones, como es el caso de las concesiones petroleras o en cómodas cuotas, como cuando vendemos tiempos y morales porque toca pagar las deudas, ganarse el pan de cada día o vivir mejor. Podemos ponernos a reflexionar sobre el estilo de vida que llevamos, condenar a la corrupción, rezar por un mundo mejor, hasta dedicar horas de nuestra vida para cambiar la situación, pero más tarde que temprano vemos números rojos y «ahí quedó «.

Lo que no se cuenta no existe es un eufemismo, la verdad es que lo que se cuenta impera e impone, sino fíjense qué parámetro es el que prima antes que cualquier otro cuando se trata de evaluar qué país va ganando en la carrera hacia ningún lugar. Recortar el gasto social o sacrificar la biodiversidad es justificable siempre que el PIB aumente.  ¿Existen alternativas? Claro que sí, el indice de desarrollo humano, que cuantifica la esperanza de vida, la tasa de alfabetización, el nivel de riqueza, entre otras. Pero el PIB se mide en dólares, todo el mundo entiende eso. Los puntos en el índice de desarrollo humano también son fáciles de entender pero no es algo con lo que nadie vaya a negociar.

¿Te parece si te cambio cinco dólares por un medio punto en mi índice de desarrollo humano del día de hoy?

Hace poco leí acerca de un add-on para google chrome que hace algo de lo más llamativo, te pregunta cuánto ganas por hora y después de eso transforma los precios en pantalla en las horas de trabajo que uno tiene que invertir para acceder a los productos. Abajo, por ejemplo, he incluido un gráfico de lo que sucede cuando quiero comprar libros en Amazon.com. Fíjense en el primer ítem ¡me dan 12 minutos de descuento!

El tiempo es dinero
¿Qué es importante? es la pregunta que nos debemos hacer para cambiar el mundo, pero es una pregunta sobre la que debemos reflexionar como sociedad. Seguramente todos estaremos de acuerdo en que tener un flujo constante de recursos es más importante que un flujo constante de dinero si tenemos que escoger entre el uno o el otro, como actualmente es el caso. El asunto es que todo nuestro aparato económico y político gira en torno a la moneda, por ende urge crear un estándar distinto para la política y la economía. En Ecuador, por ejemplo, se ha creado un Ministerio para que sepa ejecutar este propósito. Literalmente el decreto N° 30 dice:

La Secretaría de la Iniciativa Presidencial para la construcción de la sociedad del Buen vivir cumplirá la función de coordinar con las diferentes instituciones del Estado, especialmente con la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, todas aquellas acciones que impulsen el nuevo modelo que está basado en el Sumak Kawsay.

Y aunque esto le resulte risible a muchas personas, este es el paso más importante que se pudo haber dado en la construcción y consolidación de un nueva economía. No sé si el Estado lo toma tan seriamente como yo lo hago, si sus intenciones sean tan fuertes como las que yo tuviera al haber creado dicha institución o si se trata de una posición política creada sin mucha planificación o perspectiva, pero está ahí; y la semana pasada, junto con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, desarrolló el taller de métricas para el buen vivir. 

Ahí estaba yo, en primera fila, viendo de qué iba la cosa, en la mesa que inauguró el evento estaban Freddy Elhers (que para mí peca de confundir la labor de un ministro con la de un gurú), el director del INEC y René Ramírez, quien presentó una charla magistral sobre su libro: «(Good) Life as the ‘Wealth’ of Nations«, claro que el libro está en español pero recalco el título que René usó en inglés para ilustrar de una mejor manera su intención, la de crear una narrativa distinta a la dominante:

La escasez […] establece límites a la reproducción de los pobres y la naturaleza no puede hacer frente a esto de ninguna otra manera que con la eliminación de sus hijos (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones).

El René presenta un concepto que es de lo más interesante, en vez de medir cuanta plata nos ingresa, sea como nación o individualmente, él propone medir el tiempo que uno ha experimentado con satisfacción, lo que usualmente implica al tiempo que uno pasa en relación con otros, con la naturaleza o con uno mismo. «Trabajar o ir de compras es menos de la mitad del tiempo que uno vive» y como tal estamos dejando una proporción muy grande de nuestra vida fuera de nuestra planificación y nuestra economía. Mas importante aún, contamos la parte de la vida que la mayoría de nosotros odiamos. En Ecuador, sólo el 3,4% de la población económicamente activa considera que trabajar no es un sacrificio.

Los seres humanos somos seres racionales, pero la toma de decisiones como sociedad es principalmente emotiva, puede que hayan mejores índices para medir una sociedad perfecta, que tomen en cuenta la termodinámica, la cantidad exacta de cada recurso, el nivel educativo individual de cada persona, pero una medida simplificada que impacte es muy difícil de lograr. Lo más importante de la obra del René es que permite utilizar una variable que le hace competencia al dinero: el tiempo que disfrutas. Si alguien fuera a ofrecerte un salario mayor o el mismo salario pero con menos horas de trabajo, te la piensas. Si decimos que vamos a maximizar el tiempo que uno tiene para el deporte, la familia, los amigos, la lectura en lugar de maximizar ingresos, no suena tan mal. Incluso hablando de su investigación inconclusa, la planificación económica que cuenta el tiempo que un ecosistema demora en desarrollarse considera mucho más valioso al Yasuní que a un bosque de pinos recién plantado, y lo dijo en su conferencia.

La propuesta es tan buen que en 2012, New Economic Foundation la seleccionó como candidata para establecer una métrica que reemplace al PIB, fue presentada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (RIO+20 para los que no somos entendidos). Usualmente la economía se auto-evalúa, construye sus índices para compararse consigo misma, pero tener un parámetro que considere a la vida como el centro del desarrollo permitirá evaluar qué tan ciertas son las afirmaciones de los «neoliberales» o incluso de los «socialistas del siglo XXI». Para quien le interese ¿por qué no habría de interesarte? René publicó un resumen de su libro en la revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, es apenas una docena de páginas, tal vez unos 45 minutos y es gratis, no sé como calce eso en el PIB.


bbrp

RENTA BÁSICA: ¿Un nuevo derecho universal?

Hace pocos días Peter Joseph, fundador del Movimiento Zeitgeist publicaba en su página de facebook:

«Esta es una idea pŕactica (de transición) que vale la pena apoyar/conocer»

Y a continuación podíamos encontrar el enlace de youtube sobre la Renta Básica Universal, en Ecuador eso se traduciría como salario mínimo vital universal. Bueno, por qué quiere Peter Joseph que todo el mundo tenga dinero trabaje o no. La razón es que las actuales tendencias de mercado han mostrado claramente un incremento en la producción de cosas, y al mismo tiempo un decrecimiento en la mano de obra. De hecho, una estimación reciente señala que el 47% de los empleos podrían desaparecer con la tecnología actual.

Acoplado o no a este fenómeno, está otro que en los últimos años se ha vuelto cada vez más evidente: la desigualdad de ingresos. Los ricos se están haciendo más ricos y los pobres más pobres. Según comenta Dmytri Kleiner:

«Si naciste pobre hoy, tienes menos posibilidades que nunca de dejar de morir en la pobreza, o de dejar  a tus hijos en la pobreza. Esa es la condición global».

Peter piensa que muy pronto habrá un gran número de personas que no podrán acceder a los recursos más básicos de la vida, y tiene razón. Ahora mismo más de la mitad del planeta vive con menos de $2,50 al día y, si juntáramos a todas las personas sin hogar en el mundo, conformarían el 13° país más grande del planeta.

Sin embargo creo firmemente que una Renta Básica Universal no funcionará, por como han ido las cosas hasta ahora, es casi seguro que el momento en que se patrocine esa iniciativa, los Estados nos empezarán a cobrar todo lo que ahora deben garantizar, y esto se vuelve más evidente cuando consideramos que a futuro tendremos escasez relativa de agua fresca, aire limpio y, si no tenemos un cambio en la estructura global, también de energía.

La segunda cosa que me desanima es que lo que en un momento es ‘suficiente dinero’, de repente se convierte en insuficiente debido a la gran variabilidad del mercado. Conociendo lo lenta que es la burocracia en todos los países y los plazos que suelen mantener este tipo de leyes, dudo que el sistema sea lo suficientemente eficiente como para mantener esa renta en lo que se supone debe ser: acceso a las necesidades básicas.

Ahora, tal vez Joseph entiende también esto pero ve el mérito de esta iniciativa en que es un concepto verdaderamente simple que se puede aplicar en todo lugar. Yo pienso que hay otra solución con un concepto tan simple como ese pero que al largo plazo podría brindar muchas más garantías.

COPYLEFT

Al contrario del copyright (derechos de autor), el copyleft es básicamente un acto de nobleza por parte de quien inventa un nuevo diseño, escribe un nuevo libro o codifica un nuevo software. Es declarar a su creación como patrimonio común de toda la humanidad, para siempre.

Gracias a esto hemos podido apreciar el surgimiento de toda una industria mundial (software libre), que ahora ha tomado uno de cada cuatro computadores corporativos en el mundo y ya en 2007, la economía de productos libres constituía un sexto del Producto Interno Bruto de los Estados Unidos. El crecimiento tan grande de un trabajo sin dueño se debe a que pequeños aportes constituyen mejoras no a una pequeña cosa sino a un sistema de conocimientos que funciona con una lógica de uso, de eficiencia y de sostenibilidad. Podemos mencionar como un ejemplo de esto a los diseños de Open Source Ecology, quienes han reducido el costo de máquinas industriales a un octavo del precio en el mercado, pero paradójicamente han aumentado su durabilidad 5 veces.

A diferencia de la Renta Básica Universal que transfiere dinero a manos de la gente, el copyleft transfiere directamente bienes materiales e inmateriales, puesto que abarata los costos y disminuye las barreras adquisitivas en una manera enorme. Las impresoras 3D con un potencial de producción industrial perderán su patente el próximo año y eso significa que finalmente en 2014, tendremos una potencial revolución industrial en cada hogar.

Estos sistemas distribuidos, junto con los ya existentes en agricultura y energía, permitirán que las sociedades tengan una resiliencia cada vez mayor, independiente al humor económico de la época y, por tanto, puede resultar una solución mucho mejor a largo plazo que solamente dar dinero a la gente y que, a fin de cuentas, no pueda obtener recursos sostenibles.

Amigos del mundo, defiendan el copyleft.

 

 

¿Cuál es el problema del actual sistema monetario?

Artículo original escrito por Mark Joob para la P2P Foundation

El dinero es creado en forma de deuda

Hoy, el dinero empieza a existir con la creación de la deuda, cuando los bancos comerciales piden préstamos de los bancos centrales y cuando los gobiernos, productores o consumidores piden prestado a los bancos comerciales. Por lo tanto, el suministro de dinero de la economía sólo se puede mantener si los actores económicos, privados o públicos, se endeudan. El crecimiento económico requiere un aumento proporcional de la oferta monetaria con el fin de evitar la deflación que paralizaría los negocios, pero un aumento en la cantidad de dinero implica un aumento simultáneo de la deuda. De esta manera, los agentes económicos corren el peligro de un excesivo endeudamiento y de la bancarrota. No es necesario decir que el sobreendeudamiento causa problemas graves a las sociedades e individuos de frente a la crisis de la deuda actual. Empezó como una crisis de la deuda de los propietarios de viviendas privadas en los Estados Unidos y luego se transformó en una crisis de la deuda de los bancos comerciales y compañías de seguros antes de ser absorbida por las arcas nacionales y así se convirtió en una crisis de deuda soberana. Las reducciones en los gastos nacionales necesarios para pagar la deuda pública a menudo conducen a la inestabilidad social y no son equitativos, porque imponen cargas a los ciudadanos quienes no se benefician de la misma manera de la creación de la deuda.

El suministro de dinero se encuentra bajo control privado

Sólo una pequeña fracción del dinero que circula en público ha sido creado por los bancos centrales. Los bancos centrales emiten monedas y billetes que, en la mayoría de los países, representan sólo entre el 5% y el 15% de la oferta de dinero. El resto es creado por los bancos comerciales en formato electrónico como dinero de la cuenta al conceder préstamos a los clientes o como compra de títulos y bienes. De hecho, todo el dinero, ya sea en que esté en efectivo o en una cuenta de dinero, es puesto en circulación por los bancos comerciales. Por lo tanto, los bancos comerciales ejercen un control «de facto» de la oferta monetaria. Los bancos comerciales principalmente conllevan el riesgo crediticio de los préstamos que conceden, lo que debería inducirlos a examinar cuidadosamente la calidad crediticia de sus clientes. Sin embargo, los bancos comerciales deciden a qué clientes se conceden los préstamos y las inversiones que se hacen en función de su interés en maximizar sus propios beneficios. Que una inversión sea socialmente deseable no es definitivamente el criterio decisivo para los bancos comerciales. De esta manera, las inversiones que sirven al bien común, pero que no son suficientemente rentables, no son compatibles con el sistema bancario y tienen que ser financiados por el gasto público que depende de los ingresos fiscales y la creación de deuda pública. En lugar de financiar inversiones a largo plazo en beneficio de la sociedad en su conjunto, los bancos comerciales con su crédito de apoyo empresarial a corto plazo y especulación financiera han establecido, en las últimas dos décadas, un gigantesco casino global lejos de cualquier control público.

Los depósitos bancarios no son seguros

Los depósitos bancarios se refieren a cuentas de dinero que, en contraste con el dinero en efectivo, no es moneda de curso legal, a pesar de que se maneja como si fuera moneda de curso legal. El dinero de la cuenta es un sustituto de dinero, una promesa del banco para el desembolso de la cantidad correspondiente de dinero en moneda de curso legal si así lo solicita el cliente. En el sistema bancario de reserva fraccionaria, por lo general sólo una proporción muy pequeña del dinero de la cuenta está respaldado por dinero en curso legal. Los bancos tienen sólo un pequeño porcentaje de sus depósitos como dinero en efectivo y las reservas en el banco central. Esa es la razón por la que los bancos dependen de la confianza de sus clientes. En el caso de una corrida bancaria, cuando muchos clientes demandan en efectivo, al mismo tiempo, ellos se quedarían sin dinero en efectivo y tal escasez de liquidez puede llevar a la quiebra repentina. Por lo tanto, se han establecido sistemas de seguro de depósitos, para evitar la pérdida de los depósitos bancarios. Sin embargo, en caso de reacciones en cadena y quiebra a gran escala (como la que aconteció en 2008), los rescates gubernamentales de los bancos comerciales podrían ser necesarios, eventualmente con la ayuda del banco central como prestamista de última instancia.

El suministro de dinero es pro-cíclico

Los bancos comerciales conceden préstamos mediante la creación de dinero en la cuenta con el fin de maximizar sus ingresos por intereses. Cuanto más dinero emiten, mayores sus beneficios – siempre y cuando los deudores sean capaces de pagar. En tiempos de de crecimiento económico, los bancos de muy buena gana conceden préstamos con el fin de beneficiarse de la bonanza, mientras que en épocas de declive económico, su concesión de crédito es muy restrictiva con el fin de reducir sus riesgos. Así es como los bancos comerciales inducen un exceso de oferta de dinero en los auges y una escasez de dinero en las recesiones, amplificando los ciclos económicos, así como las fluctuaciones del mercado financiero y la creación de burbujas de activos en el sector inmobiliario y las materias primas, lo que puede causar graves daños a la sociedad y al propio sistema bancario cuando estallan. Una vez más, la crisis bancaria de 2008, desencadenada tras la explosión de la burbuja de los bienes raíces en EE.UU., es el ejemplo más ilustrativo.

El suministro de dinero promueve la inflación

Además de su carácter pro-cíclico en el corto plazo, a largo plazo, la creación de dinero de los bancos comerciales provoca un exceso de oferta de dinero que lleva a la inflación de precios al consumidor, así como a la inflación de precios de activos. Un exceso de oferta de dinero surge si el aumento en la cantidad de dinero en circulación supera el crecimiento de la producción de bienes y servicios. El exceso de oferta de dinero a largo plazo resulta no sólo de la concesión de crédito tradicional a los gobiernos, las empresas y los individuos, sino también de la especulación financiera (basada en el crédito) de fondos de alto riesgo y banca de inversiones. Debido a la inflación, los consumidores suelen enfrentarse a una pérdida anual de poder adquisitivo, lo que significa que tienen que aumentar sus ingresos nominales a fin de mantener su nivel de consumo. Dado que la capacidad de obtener una indemnización por la pérdida de poder adquisitivo por el aumento de la propia renta nominal varía entre los individuos, la inflación provoca una redistribución del poder adquisitivo en perjuicio de aquellas personas que no están en condiciones de defender eficazmente sus intereses.

El privilegio de crear dinero es un subsidio al sector bancario.

Como el dinero es deuda, conlleva interés. Por lo tanto, el interés se paga sobre todo el dinero en circulación y prácticamente nadie puede escapar de pagar intereses. Los intereses son pagados principalmente por los clientes que toman préstamos de los bancos comerciales y de ese modo garantizan la oferta de dinero. En segundo lugar, todos los que pagan impuestos y compran bienes y servicios hacen una contribución al pago de los intereses del prestatario original, porque los impuestos tienen que ser elevados, en parte, para financiar los pagos de intereses sobre la deuda soberana. Por otra parte, las corporaciones y los individuos que proporcionan bienes y servicios deben incluir los costos de los préstamos en sus precios. De esta manera, mediante el uso de dinero, la sociedad paga un enorme subsidio a los bancos comerciales, aunque los bancos pasan una parte de este subsidio a sus clientes como pago de intereses sobre los depósitos. El interés es una subvención a los bancos porque el dinero en las cuentas que crean se maneja como moneda de curso legal. La magnitud del subsidio que la sociedad paga a los bancos se refleja en los salarios desproporcionádamente altos y primas de los banqueros, así como en el sector bancario desproporcionádamente grande.

El dinero como deuda contribuye a la presión del crecimiento

El dinero creado como deuda conlleva intereses y por lo tanto contribuye a una presión de crecimiento doble sobre el sistema monetario y la economía real. Cuando los clientes pagan sus préstamos a los bancos comerciales, los bancos amortizan la cantidad devuelta de dinero y la cantidad de dinero en circulación disminuye correspondientemente. Sin embargo, los deudores necesitan más dinero del que han pedido prestado porque también tienen que pagar intereses sobre sus préstamos. Incluso si los deudores reemplazan sus antiguos préstamos por otros nuevos, necesitan ingresos adicionales para el pago de intereses y por lo tanto deben obtener beneficios. Los negocios en su conjunto no pueden ser rentables a menos que la cantidad de dinero aumente continuamente. Esto conduce a la dinámica de crecimiento que es una característica central de nuestro sistema económico. El aumento de la cantidad de dinero que devenga intereses ejerce una presión de crecimiento monetario en la economía real y el crecimiento de la economía real ejerce simultáneamente una presión de crecimiento anti-deflación en la oferta de dinero. Como consecuencia de esta presión doble crecimiento, nuestra economía es una especie de esquema de Ponzi, ya que no puede funcionar correctamente sin crecer y por lo tanto cae repetidamente en crisis. Por otra parte, el crecimiento de la economía real, que es en gran medida forzada por el sistema monetario, implica una explotación excesiva de los recursos naturales y es un obstáculo para el desarrollo sostenible. La deuda financiera conduce así a la deuda ecológica con la naturaleza, lo que empobrece a la humanidad. Nuestro sistema monetario actual simplemente no es compatible con un mundo finito.

El interés promueve la concentración de riqueza

Los intereses se ve comúnmente como un cargo por los préstamos, por utilizar el dinero de otra persona. No sólo los clientes que piden prestado dinero de los bancos, sino también los bancos que tienen depósitos de clientes pagan intereses. Cuando los bancos comerciales crean dinero mediante la concesión de préstamos, acreditan las cuentas de los clientes y de este modo amplian el total de los depósitos bancarios. Dado que las cuentas por lo general conllevan interés los bancos invierten una parte de sus ingresos por intereses para el pago de intereses a los titulares de las cuentas. Ahora, los depósitos y los préstamos bancarios no se distribuyen por igual entre los clientes. Algunos tienen principalmente préstamos que pagan intereses, mientras que otros tienen principalmente depósitos sobre los que ganan intereses. Porque, en general, las personas más pobres tienen más préstamos que depósitos y las personas más ricas tienen más depósitos que préstamos, los pagos de intereses son en su totalidad una transferencia de dinero de los pobres a la gente más rica, sobre todo a los pocos súper ricos. El interés, por lo tanto, fomenta la concentración de la riqueza. Esta concentración de la riqueza en gran medida favorece a los bancos comerciales que, por un lado hacen inversiones en sí mismos y, por otro lado ganan el importe resultante del considerable interés entre tasas activas y pasivas. Por otra parte, se añade interés regularmente, en su mayoría anualmente, a la inversión inicial y por lo tanto en sí lleva interés convirtiéndose en interés compuesto y generando un crecimiento exponencial de los activos monetarios. Sin embargo, los activos monetarios no crecen en valor por sí mismos, ya que per se no son productivos. Un interés en los activos monetarios que aumenta de valor sólo puede ser generado por el trabajo humano, y el trabajo humano está permanentemente bajo una presión monetaria para incrementar su productividad y reducir sus costos con el fin de satisfacer la s demandas del crecimiento exponencial de los intereses compuestos. El interés es, por tanto, una transferencia de valor que favorece las inversiones de capital en detrimento de los ingresos laborales.

El sistema monetario es insostenible

Hay clara evidencia empírica que muestra que el sistema monetario sufre de inestabilidad estructural derivada de los mecanismos descritos anteriormente. La crisis financiera que comenzó en 2008 y aún continúa, por no decir que empeora, no es un fenómeno único. En las últimas décadas, numerosas crisis relacionadas con el sistema monetario se produjeron en todo el mundo. Entre 1970 y 2010 se registraron oficialmente un total de 425 crisis financieras que afectan a los Estados miembros del Fondo Monetario Internacional: 145 crisis bancarias, 208 quiebras monetarias y 72 crisis de deuda soberana (véase: Lietaer, Bernard et al. Money and Sustainability. The Missing Link. Axminster: Triarchy Press, 2012). La multitud de crisis financieras y su efecto contagioso en las distintas economías nacionales demuestra claramente su carácter estructural-sistémico. El sistema monetario actual evoca inevitablemente las crisis en las finanzas y en consecuencia en la economía real.

El sistema monetario viola valores éticos

Un valor ético es algo que se ve como algo valioso desde un punto de vista general, después de una cuidadosa consideración. Los valores éticos encarnan los valores más racionales y más importante de la sociedad. Por lo tanto, la sociedad está mal organizada si los valores monetarios se expresan en un conflicto indisoluble con los valores éticos y los valores éticos se suprimen de forma permanente debido a los valores monetarios. Dado que el sistema monetario da forma a gran parte de la economía y la economía en general da forma a la sociedad, los valores éticos que no contribuyen a la rentabilidad del capital se descuidan sistemáticamente en la formulación de las políticas actuales. De esta manera, nuestro sistema monetario actual viola los valores éticos, tales como la estabilidad, la justicia y la sostenibilidad – valores que son esenciales para una sociedad habitable. Un sistema monetario que viole estos valores es bastante razonable y debe ser reformado tan pronto como sea posible.

Sé el cambio que quieres ver en el mundo

El mundo vs “Zeitgeist”

El mundo es esta realidad en la que vivimos, la tierra que pisamos, las personas que nos rodean, y aunque a primera vista, y si te preguntan ¿qué es el mundo? Te sería bastante fácil responder, la verdad es que es muy difícil encontrar hoy en día a personas que realmente se hayan dedicado a entender el universo en el que habitamos a profundidad.

Hasta cierto punto, siendo humanos es comprensible, no tenemos ojos en la nuca, siempre estamos algo sesgados y para permitir nuestro desarrollo y evolución, nuestro cerebro ha desarrollado eso que los científicos denominan plasticidad neuronal, en otras palabras siempre nos olvidamos de algo para dar espacio a cosas nuevas, sean estas más urgentes (que requieren atención rápido) o más importantes (que requieren mucha atención).

Entonces lo que nosotros experimentamos como sociedad no es realmente el mundo sino el “Zeitgeist”, que en palabras sencillas, es nuestra propia manera de ver las cosas. La forma en que percibimos al mundo en base a nuestros conocimientos, prejuicios, preocupaciones, deseos y demás.

Yo, junto con otros millones de personas alrededor del mundo, trabajamos para convertir ese “ vs ” de allá arriba en un “ = ”, no tenemos otra intención que esa y nuestra única ganancia y motivación es ver que el mundo se transforme en un mejor lugar producto de ello. Enfocándonos básicamente en dos puntos:

1.- La manera en que administramos los recursos de nuestro hogar, la tierra y

2.- El efecto que dicha gestión tiene sobre el comportamiento humano, dicho comportamiento claro está se expresa en forma de nuestra dinámica social, nuestra relación con el medio ambiente y nuestra vivencia personal.

La administración de los recursos

Para dar un valor real a los recursos, quiero que por un momento regreses al vientre materno, salgas al espacio o te pierdas en una isla. Es decir, que vayas a un lugar desde donde puedas darte cuenta de qué es aquello que realmente necesitas (y por tanto tiene un valor inherente): afecto, comida, abrigo, agua, aire, atención en salud, estímulo y desarrollo intelectual. Nada de esto implica PIB, préstamos, sueldos, cheques ni tarjetas de crédito. Esa es la magia del útero, de la isla y del espacio.

Sin embargo esa magia se desvanece cuando existen otros intereses en juego, otras personas que comparten las mismas necesidades y que cuentan no con recursos adicionales, sino con exactamente los mismos.

Existen miles de formas de afrontar este problema, pero solo existe UNA forma más eficiente de hacerlo, que consuma el mínimo de energía/recursos y brinde el máximo de resultados positivos. Esa ideología se repite mucho en el sistema actual donde se maximiza la producción y el consumo para dar paso a la economía de mercado donde todos compiten y “mueven” a la economía. Nadie puede negar el progreso que se ha tenido en los siglos XIX & XX, pero existe un problema fundamental respecto a esta filosofía de maximizar la eficiencia que no se consideró en ese entonces y que ahora nos trae problemas: el tiempo.

No importa cuanto queramos defender al actual sistema socio-económico (llámese capitalismo, libre mercado, sistema de libre empresa) la verdad es que una consecuencia natural del mismo es consumir la mayor cantidad de recursos en el menor tiempo posible, trayendo enormes beneficios a corto plazo, pero daños irreparables a largo plazo. Y es aquí cuando  nuestra aspiración hacia eternidad junto con nuestro instinto de conservación se estremecen.

Para hacer una historia larga corta, basta reconstruir esa premisa: hay que crear un sistema de gestión de recursos que consuma el mínimo de energía/recursos y brinde el máximo de resultados positivos en el largo plazo. Entonces al principio de eficacia, le hemos añadido el principio de sostenibilidad (algo que pueda permanecer en el tiempo, ser eterno). Voy a apelar aquí a su humanismo para incluir en esta nueva premisa el principio de igualdad, es decir que TODOS merecemos lo mejor (eficacia) para toda la vida (sostenibilidad).

¿Cómo hacerlo? Con la mejor evidencia posible. Aplicando el método científico con un interés social y ambiental bajo la premisa que acabo de describir. ¿Con qué objeto? El de crear abundancia.

Abundancia

El hecho es que nuestros recursos pueden ser tan abundantes como nos lo permita la ciencia o -en la actualidad- tan escasos como decida el mercado. Es nuestra decisión el aplicar la tecnología para acabar con el hambre, la pobreza, la guerra, el crimen y la depresión mediante la creación de abundancia. Si las cosas sobran, nadie se enoja.

Hay que recalcar que dentro de esta abundancia que menciono, no existirá despilfarro, puesto que no hemos perdido la perspectiva sobre cuan importante es la eficacia y la sostenibilidad. Transformar toda nuestra infraestructura tomaría unos cuantos años, pero ciertamente valdría la pena hacerlo.

En un ambiente donde no existe la escasez y se genera igualdad de oportunidades, la salud pública, creatividad, educación, y felicidad se disparan también.

Duelo

Lo que digo no es ningún secreto, pero no se habla de ello lo suficiente, y por eso usualmente genera varias reacciones comunes. Similares a cuando a uno le dicen que se va a morir, porque el Zeitgeist que mencioné al inicio, nuestra forma de percibir el mundo, es parte de nuestra identidad, y sentimos que eso está desapareciendo caemos en las cuatro fases típicas del duelo:

  • Negación

  • Ira

  • Negociación

  • Depresión

  • Aceptación

He conocido gente en cada una de estas etapas y es normal que atravesemos cada una de ellas, es más, es saludable desde cierto punto de vista. Y al igual que en el duelo, es preocupante si alguien se queda atorado en una de estas etapas.

Dar la mala noticia

Gran parte de la sociedad no se ha enterado que estamos agonizando, no es consciente del desastre ambiental que implica perder 200 especies cada día, o de matar sistemáticamente a 34.000 niños por el simple hecho de no alimentarlos y darles una salud apropiada cuando bien podríamos. No se da cuenta que hemos agotado los recursos en varias partes del mundo y que si seguimos como estamos, para el 2050 necesitaremos de dos planetas Tierra.

Esa gente necesita ser educada y concienciada acerca de su condición, tal cual se hace con un enfermo terminal, y de la misma manera que un médico responsable, debemos mantener una comunicación empática con ese paciente (la sociedad entera) para conseguir el máximo de colaboración en aras de aplicar un tratamiento que SÍ puede curarlo. ¿A cuántas personas conoces que sean conscientes de la catástrofe que estamos viviendo como sociedad y como planeta? No son muchas y es nuestro deber moral el hacer que esa minoría crezca, entendiendo que muchos pasarán por las fases de negación arriba mencionadas, y de cuan importante es llevarlos hasta la etapa de aceptación no solo del problema que enfrentamos sino de la verdadera solución que tenemos a mano, como ya dije enfoques hay muchos, pero solo uno es el mejor: el más eficiente, el sostenible, el que brinda una oportunidad a todos.

Sé el cambio que quieres ver en el mundo

Volvamos a nuestro enfoque -pero enfocándolo dentro de nuestra terapia social- sobre aquello que consume el mínimo de esfuerzo y consigue el máximo efecto a largo plazo para todos…

Un equipo de científicos ha descubierto que cuando el 10% de una población sostiene una creencia inquebrantable, ésta llega siempre a ser adoptada por la mayoría de la sociedad. Si los convencidos sólo consiguen influir en las personas cercanas, esto no produce ningún cambio a gran escala en el sistema. Pero si los agentes de cambio empiezan a convencer a más y más gente, la situación comienza a cambiar. Los individuos pasan a cuestionar sus propias ideas y después adoptan completamente las nuevas perspectivas, para seguir expandiéndolas.

Hay cuatro lecciones básicas aquí:

  1. Tomar esta idea (aplicar el método científico con un interés humano y ambiental buscando la máxima eficacia y sostenibilidad para todos) y aprender lo máximo sobre ella para que se torne inquebrantable.

  2. Compartir esta idea con otros y acompañarlos en el proceso de comprensión.

  3. Contagiar la necesidad real de transmitir esta idea.

  4. Ver al mundo convertirse en un mejor lugar gracias a tu trabajo.