Si no tienes espacio, dona tus fotos y videos al archivo de internet

Cuando uno tiene un smartphone con algo de memoria, el número de fotos crece de la peor manera. Uno termina con tres versiones de una foto que, en tiempos análogos nadie habría tomado. Deshacerse de eso resulta tedioso pero urgente cuando, de manera trágica y predecible, nuestro celular nos avisa que ya casi no hay espacio en la memoria. ¿Y ahora? A uno le entra una desesperación similar a la de no tener papel higiénico después de haber cagado. Ya eliminadas las fotos repetidas, a uno no le queda más que indecisión. La historia no me ha dado razones para confiar en la nube. Por ello, de vez en mes, descargo todas las fotografías de mi celular en la computadora

Almacenar todo en la laptop no soluciona los problemas, los posterga. Así que he decidido optar por una prescripción algo más efectiva: Internet Archive — el archivo de internet. Allí puedo almacenar todo lo que quiero sin límite alguno ¿El truco? Pues todo debe ser accesible al público, así que esta solución sólo me funciona para fotos que tienen poco o nada que ver con la vida personal. Lo bueno es que no me tengo que preocupar mucho de subir fotos bonitas únicamente. Los servidores de Internet Archive son tan masivos que uno puede subir hasta videos de tres horas sin pensar en las consecuencias. Tienen, siempre, al menos una copia de tu archivo en otra localización así que la pérdida de información es poco probable.

Casi todos tenemos fotos de eventos o lugares públicos que nos han gustado y no queremos borrar. Además, está el incentivo de dejar tus fotos, textos o videos en la historia. Internet Archive es la más grande biblioteca digital jamás creada. Subir un archivo ahí es casi como dejar una obra tuya en el museo. Si te interesa saber cómo compartir cosas, escribí sobre ello hace tiempo, acá.

Estas colecciones las añadí el día de ayer:

Vida urbana

Acá están un par de colecciones, fotografías sobre Quito y clips de video sobre Vancouver, que retratan vivencias ciudadanas de la ciudad. En el caso de los videos, resulta que se reproducen uno tras otro, lo cual ayuda mucho a evitar el trabajo de edición, sobre todo si a uno no le importa mucho el resultado final sino compartir las experiencias:

Mi visita al zoológico de Chile

Lamentablemente aquí mezclé videos e imágenes y sólo se genera un preview de los primeros :/ y fotos de una abeja.

¡Quidditch!

Habiendo aprendido la lección, ahora sí dividí en una colección las imágenes y en otra los videos:

PS: Puedes leer más sobre quidditch aquí.

La marcha de yasunidos

Por ahí se le ve a Jaime Guevara tocando los tambores (algún día escribiré sobre el día que le visité en su casa).

Y finalmente…

Eventos públicos

Estos son casi todos relacionados a software libre (¡ups!) y ninguno tiene videos. Así que les hago una lista por si quieren curiosear:

A todas estas colecciones, les puse bajo etiqueta CC0, es decir que son de dominio público. Se pueden usar sin pedir permiso al autor para lo que sea. Disfruten 🙂

cc0 license

Ciclear de noche en Quito

Vancouver es una ciudad grandiosa, pero demasiado organizada. Las salidas grupales en bicicleta a las que asistí estaban organizadas por la cocina de bicicletas del campus —le dicen así porque se preparan nuevas bicis a partir de repuestos usados todo el tiempo— y para asistir uno tenía que llegar temprano y firmar la hoja de descargo de responsabilidad (en Canadá toda actividad grupal conlleva firmar algún tipo de formulario). Bordeábamos la playa y llegábamos hasta Stanley Park, donde todas las ciclas tienen que seguir una sola dirección, nos dábamos la vuelta de rigor y, finalmente, volvíamos al punto de origen.

bicicleta tacuri

A pesar de que era interesante, yo extrañaba mi Tacuri hecha a la medida (acá está el enlace por si quieren comprarse una) y las cicleadas nocturnas quiteñas que todos los lunes organizaba —del pretérito imperfecto «esos manes ya no hacen salidas nunca»— CER Promotora de Ciclismo.

Las ciudades se transforman en la noche y rutinariamente uno no las disfruta porque, en capitales como la nuestra, la noche está para moverse de punto a punto. La transición es un mal necesario que toca aguantarse exceptuando una que otra fecha como la noche de fin de año —donde la otra mitad del país también se viste de mujer— o el desfile de halloween en el día del escudo nacional, con los monigotes gigantes en la avenida Amazonas.

Las salidas nocturnas en bici te dejan volverte parte de una urbe nocturna, uno va más rápido que esa sensación de inseguridad que produce ser ciudadano de un país donde más de la mitad de la gente ha sido víctima de un asalto, o tiene un familiar a quien algo le han robado.  Las veintiún marchas de tu velocípedo opacan ese miedo pero, al mismo tiempo, la velocidad no es tanta como para no disfrutar de los detalles de las calles, aceras, hidrantes, ventanas, locales, perros, prostitutas, brujos, comerciantes, estudiantes, mochilas, afiches, carros, parques, luces, monumentos y un largo etcétera.

Por eso, me emocioné mucho cuando me enteré que otro colectivo llamado Ciudad en bici retomó la actividad de salir cada lunes en dos ruedas para ver la ciudad. A pesar de que no es lo mismo que andar con los desaforados de Cicleadas El Rey, estos paseos permiten recorrer Quito en un entorno seguro para todos los que saben pedalear. Caro (creo que es ella la que escribe) dice en el blog de ciudad en bici que:

El fin de estas cicleadas es tener un espacio donde pueda venir todo tipo de gente, principiantes, profesionales, mujeres, niños abuelitos, absolutamente todos porque lo que nos interesa es que la gente pierda el miedo de andar en bici por la ciudad y que lo importante no es la rapidez en la que te mueves si no que aprendas a disfrutar de moverte sobre dos ruedas.

Y es verdad, no nos dejaban ir muy rápido, o saltar sobre las aceras y siempre habían guías en las partes frontal y posterior. Las personas se ubicaban en un carril en la calle, usualmente en parejas. Con este tipo de formación, los automóviles ven una especie de desfile y prefieren ir por el carril anexo sin causar mayor complicación. El grupo es liderado por mujeres y tener lideresas casi siempre cambia la dinámica para bien, ellas son mejores para predicar con el ejemplo, comunicarse de manera abierta y transparente, admitir errores y sacar lo mejor de los demás (según los resultados de Ketchum Leadership Communication Monitor, una encuesta realizada a más de 6.500 personas en todo el mundo). Aunque, para ser sinceros, yo le vi a Laurita trepándose a la vereda antes de que me diga que no lo haga porque hay que respetar al peatón. Bueno, el asunto es que en Quito existe un entorno seguro para salir a ciclear los lunes en las noches y sería bueno que vayan a hacer la prueba con amigos y familia. Las chicas empiezan a dar instrucciones en el parque Gabriela Mistral cada lunes a las siete de la noche y salen después de unos veinte minutos.

Quizá el único pero es que después de hacer los recorridos toca regresar a la casa y, a menos que haya una buena cantidad de gente, a veces toca hacerlo sólo. Y a muchas personas no les gusta y por eso les aviso para ver si se ponen de acuerdo con alguien de su barrio o sino pregunten en el grupo por personas que vivan cerca de ustedes. Tengo la suerte de tener un vecino igual de adicto a la bici que yo y usualmente nos acompañamos en la cuesta.

El lunes que pasó yo ya me estaba despidiendo con un «nos vemos la próxima semana» cuando Laurita nos cortó con un «el miércoles escuelita de bike polo, verán». Resulta que estas chicas no sólo se reúnen los lunes, sino que dos días después van al parque La Carolina (cerca de las canchas sintéticas) a practicar polo en bici. Si no tienen idea de qué es eso, pues sabrán exactamente cómo me sentí cuando me dijeron que vaya a la escuelita. Lo más cercano al polo en mi vida son las camisetas con el logo del señor en caballo sosteniendo un mazo parecido a palo de golf, pero resulta que es bastante divertido.

Al comienzo (y es que yo sólo he jugado esto tres veces) duelen muchísimo las muñecas y es difícil mantener el equilibrio, pero al poco tiempo el cuerpo se va acostumbrando y uno empieza a ver al mallet (el taco que sirve para pegar a la bola) como ayuda y no estorbo.  Es especialmente útil cuando uno tiene que dar retro porque la bola se queda en las esquinas o porque toca cubrir el arco con las llantas de la bicicleta para que el otro equipo no te haga el quinto gol, que es como pierdes el partido. Eso o estar abajo en el marcador cuando se acabe el tiempo reglamentario de treinta minutos —nosotros sólo jugamos diez.

Las otras reglas son: no tocar el piso con los pies, jamás; hacer goles con el extremo fino del mallet y, tras hacer un gol, esperar en tu mitad hasta que el otro equipo cruce a tu cancha. Bueno, las dos últimas reglas pueden esperar un poco durante las primeras clases porque el 90% de tu energía se irá en dos cosas: tratar de alcanzar la bola y no caerte de la bicicleta. Si les interesó, pueden chequear cuando será la próxima clase en la página de facebook de la liga femenina de bike polo Ecuador. A veces hacen vaca para comprar pizza, así que llevarán sueltos, casco y bastante agua.

El taxista contrarrevolucionario

Ayer tocó ir en taxi, andaba cargando documentos importantes en un sobre manila tamaño A3, no apto para ser transportado en bici, a eso de las cinco de la tarde me subo a un taxi para apurar el envío y le pido al chófer que me ponga al día. Me cuenta que todavía no le han regulado el taxímetro, «mañana a las tres de la tarde me llamaron».

– ¿Y la mínima?

– $1.45 va a ser, ajá.

– ¿Y qué opina de esto de que el presi ya dijo que bajen los precios de las llantas y los repuestos para que no suban las tarifas de los taxis?

Silencio incómodo. El conductor tensa la mandíbula mientras el tráfico no le permite distraerse con su oficio, mantiene la mirada fija, traga saliva y me dice.

¿Y por qué no les dijo nada a los de Cuenca a ver? Si ellos desde enero mismo ya subieron los precios, o de otras ciudades que también subieron en enero. Caso que esto es por las salvaguardas si la propuesta está desde inicios de año mismo, pero claro como ahora no tiene mayoría en el concejo y se le viró la tortilla… Doce años nos hemos aguantado así. Todos los días los precios suben, usted va a los mercados, al supermaxi a esos y las cosas suben dos o tres centavos. Caso que es sólo los repuestos. El aceite, todo mismo sube.

«¿Y entonces por qué no dijo nada de los otros que sí subieron a ver?» me repite el taxista, ahora sí aprovecha el semáforo y se vuelve hacia mí, apoya la mano en el respaldo del asiento del copiloto con la comodidad que le otorgaban sus más de doce años al volante. «Si fuera de reclamar hubiera dicho cuando subieron los otros, no hay coherencia que él mismo dice». Reclama que cuando había mayoría en el concejo metropolitano se hacía lo que él decía y punto, que el presi quiere que «por poco» ya nadie pague, que a su amigo de Sangolquí no le dejan venir a trabajar a Quito, siendo que «todos somos ecuatorianos». Quizá esa sea toda la igualdad que se nos permite.

Termino otra larga noche… #19M

No le quiero criticar al gobierno en este post, no hace falta. En cambio quiero decirle a cada una de esas personas que salió a la calle esta tarde y noche del #19M: gracias. Gracias porque les importa, aunque sea porque están cabreados, más que sea porque les subieron los precios, pero les importa. Esos golpes que ustedes sintieron cuando fueron tras su vida diaria, cuando atentaron lo realmente suyo, es lo que muchos de nosotros hemos venido sintiendo con los golpes a las minorías, a los derechos, a la naturaleza.

Días atrás escuchaba el testimonio del hermano de José Tendetza ante la CIDH. José fue asesinado, previamente perseguido, judicializado, escarmentado. Su hermano, perteneciente a la comunidad Shuar, denunciaba que los chinos de la empresa petrolera en su territorio les acusaban de ser extranjeros, de estar invadiendo ¡A los Shuar, que están en el territorio antes de que Ecuador tuviera ese nombre! Y también contaba que «como no pueden pronunciar, le cambian el nombre a los ríos» ¿y qué si le cambian el nombre a los ríos? Claro, uno vive entre cuadras, desapegado del asfalto, pero el Shuar es naturaleza, imagina que le empiecen a cambiar el nombre a tu madre, que la desprecien, que la violenten.

Lo malo es que todavía no nos entendemos todos, pero lo bueno es que ahora a todos nos golpearon. ¿A quién hay que agradecer por la dádiva? Eso de que los representantes de partidos políticos se hayan quedado en la casita, de que la gente haya sido la protagonista, de que el tono de triunfalismo pedante haya desaparecido, aunque sea por momentos. No sé, pero yo les quiero agradecer a ustedes, a los que salieron a la calle.

El progreso humano nunca discurre por la vía de lo inevitable. Es fruto de los esfuerzos incansables de hombres dispuestos a trabajar (…) y si suprimimos este esfuerzo denodado el tiempo se convierte en aliado de las fuerzas del estancamiento social.
Tenemos que utilizar el tiempo de modo creador, conscientes de que siempre es oportuno obrar rectamente. En este momento es hora de convertir en realidad palpable la promesa de democracia y de transformar nuestra indecisa elegía nacional en un salmo de hermandad creador. En esto momento es hora de sacar nuestra política nacional de las arenas movedizas de la injusticia (…) para plantarla sobre la firme roca de la dignidad humana.

Martin Luther King Jr., Carta desde la prisión de Birmingham, 1963

Captura de pantalla de 2015-03-19 23:57:00

El mendigo bilingüe

Un amigo con el que trabajé hace un tiempo, quien actualmente está realizando su postdoctorado en Illinois pero que está de visita en Ecuador, me escribió para comentarme que en el pub irlandés de Finn McCool realizan un concurso de trivia cada martes. Me pareció de lo más entretenido que un bar realice ese tipo de concursos y empecé a querer convencer al restringido grupo de angloparlantes amigos míos que se encontrase disponible esa noche. Regamos el rumor, yo le dije a David, quien a su vez le contó a una cuarta persona. Y así, estuve embarcado con tres vegetarianos a una trivia que no fue.

Captura de pantalla de 2014-12-23 18:37:35

«Lo hacemos cada martes, excepto las dos últimas semanas del año» ¡Ouch! Eso se llama tener suerte, pero había una mesa de futbolín desocupada que uno puede usar dejando cinco dólares en prenda, fui a caja a realizar el trueque y regresé sin haber pedido la bebida obligatoria, según leí horas después, uno debía consumir si quería jugar. Estuvo bastante divertido, pero decidimos cambiar de lugar para poder conversar sin que nuestras cuerdas vocales entraran en contienda con los parlantes que, por cierto, ofrecen muy buena música.

Caminamos hacia occidente, a menos de una cuadra encontramos un sitio tranquilo con sillas desocupadas, lamentablemente nuestra amiga no pudo ser atendida porque, pese a estar bordeando los cuarenta, no cargaba un documento de identidad que delatara su edad. Bueno la podemos culpar a ella o a lo ridículo de un sistema legal que no puede admitir las excepciones del sentido común y a los miedos que eso genera. Terminamos en Tarzán, bordeados por un calefactor de patio a la izquierda de la mesa y un cerco elaborado con plantas naturales (que fastidio tener que escribir esa aclaración) a la derecha.

Esos cercos bajos que permiten la interacción con la acera y que generan más seguridad por permitir avizorar cualquier irregularidad en la calle, fueron también el medio que permitió a un hombre vestido en un costal solicitarnos amablemente, «si estábamos de ánimo, cualquier moneda que no necesitemos».

La situación económica es algo que está entre el esfuerzo propio y los accidentes de la vida, cuando uno nace pobre, la posibilidad de salir de esa situación (la denominada movilidad social) varía entre países. Nuestra economía es muy buena produciendo pero pésima distribuyendo y, dado que esta persona fue de lo más amable e inteligente al pedir dinero, empecé a buscar en mis bolsillos porque yo sabía que tenía un billete de cinco dólares y un par de monedas que no llegaban a los dos dólares. Daniel, a mi derecha, hizo lo propio y Fiona, que estaba justo frente a él, se reprimió al ver que nosotros ya estábamos contestando al pedido de este señor.

El mendigo le dijo rápidamente que si también tenía voluntad, él le esperaba. A lo que ella, que sí entendía el español, respondió volviendo a sacar el monedero y realizando comentarios en inglés. «Take as much time as you need», dijo el mendigo. «Do you need something? Is anyone here giving you a hard time? No. If you need something, please tell me».

What? El mendigo hablaba un inglés perfecto y entendía absolutamente todo lo que comentaban nuestros amigos extranjeros, cuando se alejó todos quedamos con una sensación difícil de describir. ¿Qué hacía una persona perfectamente capaz de trabajar como traductora pidiendo monedas en la calle?¿Deberíamos sentirnos tristes o felices por él?. David me dijo que lo había visto durante diversas ocasiones en el sector.

Ahora que lo pienso, alguna vez le sucedió algo similar a mi hermana, donde un señor gringo le empezó a hablar en inglés para pedirle dinero por la tragedia que ese día le tocó inventar (y que otro día le pidió dinero a mi papá con una tragedia parecida), cuando mi ñaña le dijo que ella no speak english, él empezó a explicar todo el cuento en español. Le dieron dinero y enseguida vieron como uso el billete para comprar droga, al minuto. «Por lo menos era que finja», me dijo.

La diferencia abismal entre estos dos señores, y la razón de nuestra admiración creo yo, se debía a que el caballero que nos encontró el día de ayer no era nada más bilingüe, además era amable y educado. En otras palabras, era perfectamente capaz de calzar en la sociedad si así lo hubiera deseado, pero se veía muy feliz sin estarlo, tal vez hable un tercer idioma, al que muchos de nosotros le tenemos miedo, pero también admiración y reverencia. ¿Dónde se inscribe uno para aprender esa lengua?