¿Me hackearon?

Espero noticias importantes; actualizo mi bandeja de entrada cada tres minutos. Scroll, nada. Scroll, nada. Scroll, ¡BOOM!

Evaluando el riesgo

El correo no tiene texto. Las letras que ven han sido copiadas de algún lado y pegadas como imagen. Esto es inteligente ya que elude el rastreo de los antivirus que identifican palabras clave como «deposite», «pago» o «transferencia» para advertir al usuario de un posible correo fraudulento.

¿Qué tan real es esta amenaza? Veamos lo que podría pensar una persona cualquiera analizando algunos fragmentos:

«Envié un correo desde SU cuenta hackeada»

Yo era el remitente: ataque de pánico. Hace tiempo, cambié mi contraseña a un patrón predecible. Las computadoras pueden realizar millones de intentos por segundo. Aunque poco probable, era concebible que el «hacker» haya ingresado a mi cuenta. De todas las amenazas del correo, esta era la única que realmente me importaba. Mi cuenta de correo está asociada a Amazon y Coursera, con acceso a mi tarjeta de crédito.

«Malware en el sitio de videos para adultos»

El usuario promedio mira pornografía. Un estudio realizado en Argentina descubrió que en mujeres con acceso a internet la cifra asciende a 72 % y en hombres llega hasta el 93 %. Los sitios porno están llenos de publicidad maliciosa: anuncios que intentan descargar algo en tu sistema.

«Hice un video de doble pantalla»

La gente entra a ver porno para hacer algo más; no hay misterio. La gran mayoría de usuarios los mira desde un dispositivo con cámara frontal, por tanto la amenaza de un video de doble pantalla puede parecer absolutamente creíble.

«Si no recibo el dinero, sin duda enviaré su video a todos sus contactos»

Vivimos en una sociedad arcaica: la gente le teme a su cuerpo desnudo. Ni hablar del autoerotismo. En internet ya circulan historias de pornovenganza y estoy seguro que una amenaza así podría haber puesto en alerta a ti o a alguien que conoces.

Controlando la situación

Ante todo, calma. Enviar un correo fraudulento es la cosa más fácil y por eso recibirás decenas o más cada año. Muchos serán filtrados por tu proveedor, pero algunos lograrán evadir los controles instalados.

Entré a mi servidor y cambié la contraseña, por si acaso. Esta es una buena práctica aún en ausencia de cualquier amenaza. Las contraseñas deben ser difíciles de predecir y extremadamente largas. Esas son las dos cosas que debes tener en mente. Luego contacté a soporte —quería consultar la bitácora de las direcciones IP desde las cuáles habían ingresado a mi correo—, validé mi identidad y les conté del caso.

Un análisis experto

El correo es falso, o mejor dicho: el sobre de correo es falso. Cuando envías un mensaje por internet —y en la vida real— ingresas los datos de remitente y destinatario. Actualmente esto sucede de forma automática, pero es posible cambiar los datos de este sobre o envelope. En el celular, es difícil ver la cabecera completa de un correo electrónico, pero en la computadora es enteramente posible.

Básicamente lo que este señor hizo fue escribir un mensaje, poner mi nombre y dirección en ambos campos: remitente y destinatario. En la vida real, no hay misterio, si recibo un sobre desde mi dirección, sé que nadie entró a mi casa a enviar el correo, sólo lo escribió. En internet, también es fácil salir de dudas; si se cuenta con la pericia necesaria. Si no puedes ver la cabecera, busca el mensaje en la bandeja de salida; si no está ahí, se envió desde otra dirección.

Esto fue confirmado por soporte técnico. Me dijeron que el correo es falso, que mi cuenta no fue crackeada. Acá hay un artículo que explica un poco más sobre el tema.

Incompetencia cracker

Hay varias razones por las cuáles sabía que el correo era probablemente falso.

  1. Si un delincuente tiene acceso a mi cuenta, no me lo va a decir: averiguará más sobre mis horarios, y comprará en línea cuando esté durmiendo. Accederá a cuentas asociadas a mi correo para conseguir más información, averiguará si soy un objetivo valioso y cuáles son mis debilidades. Nadie medianamente inteligente se expondría de forma tan grosera.
  2. No pueden grabarme viendo porno ni haciendo ninguna otra cosa porque mi cámara web está cubierta todo el tiempo, excepto cuando realizo alguna videoconferencia.
  3. No había un «pixel único» de facebook en el correo porque el correo no tenía contenido remoto. De hecho, mi gestor de correo (Thunderbird) bloquea el contenido de terceros por defecto. La única imagen en el mensaje estaba adjunta.

Esto sumado a la incompetencia del delincuente —que no sabe usar traductor y recomienda que copie y pegue el texto a partir de una imagen— me deja bastante tranquilo.

Les comparto mi historia para que hablen de ella con sus amigos y familiares. Los mensajes falsos pueden ser obvios para muchas personas, pero otras pueden ser blanco fácil. Finalmente, no olvides que en caso de extorsión en línea, siempre es bueno asistirse de expertos. Pregunta al informático en tu trabajo o sino acude a EcuCERT.

Cómo incrementar becarios sin becas: aclaraciones penosas pero necesarias

No hay becas para estudiar un posgrado en el exterior. La Senescyt ha informado que en 2018 apenas se entregaron 400 y «espera» que hayan 500 en 2019. Esto contrasta enormemente con lo entregado por el gobierno anterior (su promedio anual fue de 1 250, entre 2006 y 2014). No hay culpables —un menor presupuesto obligó a restringir las convocatorias en 2015—, pero hay víctimas. Quienes se gradúen en 2019, tendrán menores oportunidades de estudiar en el extranjero respecto a quienes se graduaron en años previos.

Una beca para estudiar afuera —decía un amigo— es ideal en estos tiempos de recesión. A las universidades locales les interesa: el éxito de sus graduados se traduce en buenos indicadores y en publicidad para atraer a más estudiantes. Diría que no le conviene al Estado (por la fuga de cerebros), pero la realidad es que Ecuador tampoco puede acoger a tanto genio. Según cifras de la Senescyt, 1 de cada 4 becarios retornados no consigue empleo.

La solución es que las becas nos las den desde el exterior. Durante el último mes, busqué opciones y constaté lo obvio: tengo más oportunidad de conseguir financiamiento aplicando a un doctorado que a una maestría. Sin embargo, también me di cuenta que muchas universidades aceptarían que una persona salte directamente del pregrado a la investigación. En términos estrictamente monetarios, no conviene hacer una maestría. Entonces queda la pregunta, ¿qué pueden hacer las universidades para ayudar a sus graduados a ir directamente al PhD?

Informar sobre requisitos de posgrado

La Universidad de Columbia Británica (Canadá) requiere que los estudiantes de Ecuador se hayan graduado con un promedio de 9/10. En Warwick (Reino Unido), el requisito es un promedio 8/10. Conocer la oferta académica relacionada a mi carrera, junto con estos pequeños detalles, hace que el estudiante se pregunte acerca de la posibilidad de estudiar en el extranjero. Por absurdo que suene, mucha gente piensa no estar calificada para el reto y es algo que las universidades pudieran corregir.

Mejorar el nivel de inglés

Suena absurdo repetirlo, pero no se pone suficiente empeño en que los graduados hablen, escriban, entiendan y escuchen inglés. Tener los puntajes mínimos necesarios, en pruebas como TOEFL o IELTS, te abre las puertas a universidades en Canadá, Reino Unido, Holanda, Suiza y Alemania. Aunque no es el idioma oficial, un gran número de universidades ofrece programas en inglés. Estarán feliz de recibirte si puedes expresarte como gente. Esto también será clave al momento de presentar la carta de intención.

Integrar a los estudiantes en proyectos de investigación

Las universidades extranjeras están dispuestas a aceptar a recién graduados en un programa doctoral. La condición es que los chicos hagan maestría y doctorado o tengan experiencia previa en investigación. En ciencias biomédicas, es clave aprender técnicas de laboratorio. En otras carreras, hay exigencias similares. Un sueldo mínimo por hora beneficiaría a universidades y estudiantes, especialmente si las oportunidades se enfocan en los mejores prospectos.

Enseñar a los profesores a escribir recomendaciones

Punto clave: los docentes no saben escribir cartas de recomendación. Más grave aún, muchos todavía tienen miedo de aventurarse a hacerlo en inglés. Las aplicaciones académicas tienen un lenguaje propio. Una carta codificada adecuadamente puede hacer la diferencia entre candidatos igualmente calificados. Personalmente, me ha sido difícil encontrar personas que sepan hacerlo y, por ello, creo que es urgente que se aborde este tema de manera sistemática en todas las universidades.

Entregar títulos y reportes académicos en inglés

La traducción es casi siempre obligatoria. Los estudiantes gastan tiempo y mucho dinero en un trámite que las universidades podrían implementar virtualmente sin esfuerzo.

Ecuador protonazi

Mi generación no vivió La Guerra, ni siquiera la tuvimos en el continente. El enfrentamiento entre Aliados y el Eje lo vivimos a través de Hollywood, del enfrentamiento entre el Capitán América y las fuerzas de Hydra. Sabemos que Hitler fue malo, que mató a muchos judíos, algo con Rusia.

Por supuesto que la escuela nos escupió datos sobre el tema: fechas, generales, estrategias (aquello que las autoras de La guerra no tiene rostro de mujer describieron como «cosas que recuerdan los hombres»). Una caricatura de la violencia diseñada para mantener el flujo constante hacia las barracas, para que no miremos al herido, al desposeído o al veterano. En otras palabras, todavía nos emociona la guerra, decir feminazi, hablar de disparar. 

Pero el culto a la violencia es sólo la mitad del problema. La otra cara es la indiferencia al dolor ajeno. La historia común a la gente que sobrevivió recorre el ascenso al poder de un gobierno que desposeyó a un grupo específico de personas y aterrorizó a los demás. Al punto que cualquiera que ofreciera ayuda al sucio judío era también un traidor, un paria, debía ser tratado como judío.

El Ecuador protonazi no ve estos paralelos: El venezolano no es víctima de un gobierno opresor ni su éxodo es huida. La población se divide en buenos (ecuatorianos) y malos (venezolanos), son oficiales de la SS alemana. Hace ojos ciegos a la separación de las familias y, como Trump, aboga por negar refugio a gente que duerme (tras horas sin comer) en los pocos espacios públicos de la ciudad que no huelen a orina. Tampoco le molestaría un muro en la frontera.

Que regresen a Venezuela, donde la comida se entrega en raciones, al país con la tasa más alta de homicidios en toda el continente, donde sólo el 22% de la población atinó a responder que se siente segura (la peor cifra en todo el mundo). La tasa de mortalidad materna en Venezuela duplica a la de Iraq y los niños mueren con malaria tanto como en el África.

¿A quién le echamos la culpa? O mejor aún, ¿cómo lo solucionamos? ¿Cómo generamos empatía en en Ecuador protonazi? 

Me van a juzgar, lo sé, pero creo que la respuesta es el arte. Son los podcast de Radio Ambulante, los cómics de Art Spiegelman, los libros de Ishmael Beah o Evelyn Amony, Al Alba de Luis Eduardo Aute. La respuesta ante la falta de humanidad en Facebook, en Twitter, en las noticias, es su antítesis: el abandono de la inmediatez.

Silla vacía

Hace pocos días me llegó una invitación para participar en la visita al país de Edison Lanza, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). «La reunión contará con cinco espacios en los que se abordarán distintas temáticas», decía el mensaje, entre las cuales escogí libertad de expresión e internet en Ecuador.

A algunos les puede sorprender esta invitación, pues soy médico. Sin embargo, he dedicado mucho de mi tiempo al tema de internet en Ecuador: estuve entre quienes revirtieron la legalización de la vigilancia masiva en Ecuador en la asamblea nacional en 2013; un año después, escribí un reporte sobre gobernanza de internet en Ecuador y lo presenté en el primer encuentro sobre el tema en Ciespal; he escrito innumerables artículos de prensa sobre neutralidad de la red, vigilancia, censura en línea, entre otros temas; y, debido a esto, en 2016 Freedom House me seleccionó para ser el autor del reporte sobre libertad de la red en Ecuador (el manuscrito del año 2018 actualmente se encuentra en revisión).

No obstante, el correo de la Relatoría fue sorpresivo. No estoy afiliado a ninguna organización ─el reporte lo escribo bajo contrato─ y era la primera vez que recibía una invitación de este calibre. Pocos días después recibí el mensaje de una amiga preguntándome si iba a asistir al evento. Ella sí trabaja en una organización internacional de defensa de derechos humanos en línea y, obviamente, estaba invitada. Le confirmé mi asistencia efusivamente y luego me confesó que ella me había recomendado. 

Las presentaciones ante el Relator son relativamente corta (3-5 minutos), así que los reportes escritos que las acompañan son muy importantes. Tenía planificado redactar el mío el día previo: tomaría partes esenciales de mi manuscrito y resaltaría puntos clave. No estaba del todo contento con eso pero dado el poco tiempo que nos dieron para prepararnos, era un plan bastante decente.

A media mañana, recibí un mensaje: «vamos a intentar hacer algo muy con preocupaciones centrales, ¿quieres sumarte?». Era mi amiga ─la dura─ que junto a personas de otra organización latinoamericana, preparaba un documento más sólido para mostrar una especie de acuerdo nacional sobre lo más relevante en cuanto a libertad de expresión en internet en el país. Le di el sí e inmediatamente empezamos a trabajar en un documento en línea. Trabajamos cerca de cuatro horas delineando cinco puntos clave sobre los que se debía trabajar.

Mi trabajo consistió en editar el borrador y añadir referencias donde fuera relevante. Los dos primeros párrafos trataban sobre temas protocolarios y declaratorios, así que mi trabajo realmente empezó aquí:

En Ecuador, la disputa por la libertad de expresión en línea se ha manifestado en ataques a los medios de comunicación, a sitios web y a personas en redes sociales: a través de casos de censura política, de silenciamiento de voces críticas y de denuncia a la corrupción; de acoso a activistas y defensores de derechos humanos; de persecución a periodistas y de manipulación de contenidos que han sido ampliamente documentados por distintas organizaciones.

Texto extraído del borrador original del documento

La primera referencia que apareció en mi mente tras leer este párrafo fue mi propio reporte. No sólo por ser el más actualizado (2017) sino porque tomaba en cuenta todos y cada uno de los ejemplos anotados por las autoras. Lo añadí al pie. Otro dato interesante, otra nota al pie. Confiaba en mi amiga para la redacción de las ideas principales puesto que previamente la había transmitido mis ideas principales por mensaje de texto. Me limité a editar y anotar. Tenía poco tiempo antes de una reunión así que fui al final y dejé mi «firma»:

Andrés Delgado-Ron, autor de los informes sobre libertad de la red en Ecuador por Freedom House (2016-2018).

***

Revisaba las últimas ediciones cuando me percaté de una llamada perdida y varios mensajes de Whatsapp en el chat en el cuál había trabajado toda la tarde: «Hola Andrés, ¿podemos hablar un momentito apenas tengas chance? Quisiera comentarte algo y discutir un punto delicado contigo».

La llamada duró cuatro minutos. En síntesis, las organizaciones que redactaban el documento mantenían una posición antagónica respecto a ONG financiadas por Estados Unidos.  

Organizaciones que financian y han financiado el reporte sobre libertad de la red de Freedom House.

Mi amiga había notado la primera referencia que añadí en el documento, al pie de la página, y me dijo que muy a pesar suyo, existe una política de no vincularse con Freedom House. No era la primera vez que me sucedía, así que instintivamente repetí algo que había explicado en ocasiones pasadas, que «cada palabra escrita en ese informe fue redactada por mí». 

No importó: «Pero viene con ese membrete… tal y cómo está redactado el documento en este momento, [equis organización] no puede firmar. Nosotros tampoco podríamos». 

Le dije que entendía. En parte fue verdad, parece legítimo evitar asociarse con ciertos actores en función de su financiamiento; puesto que las organizaciones pueden generar un sesgo. Pero siendo el autor del documento, me fue imposible aceptar el argumento en su totalidad. 

Caminé cerca de quince cuadras antes de obtener un poco de paz mental. Pero esto era ridículo: Me censuraron en un documento que habla en su párrafo introductorio sobre la importancia de la libertad de expresión. Me censuraron en un documento que habla de los peligros de la polarización política y, aún más importante, son las propias organizaciones que defienden la libertad de expresión las que mantienen una política que data de la guerra fría.

En la cuadra décimo sexta, me di cuenta que tendría que redactar mi propio documento (después de la reunión que empezaba en pocos minutos y antes de dormir lo suficiente para no ser una caricatura al insomnio al momento de hablar). Aún caminando, me di cuenta que no habría tiempo. Podría, tal vez, preparar algo para la presentación oral. Repasé los puntos principales y aunque la estructura general era buena, cinco minutos no iban a bastar. La noche tampoco fue suficiente. Fui otra silla vacía frente al Relator de la Libertad de Expresión.

RemiCCs: El primer concurso de Creative Commons en Ecuador

“Los grandes artistas copian,
los genios ̶r̶o̶b̶a̶n̶ crean a partir del licenciamiento abierto”.
P̶a̶b̶l̶o̶ ̶P̶i̶c̶a̶s̶s̶o̶
Creative Commons

 

El día de ayer, Creative Commons Ecuador lanzó su concurso de escritura y artes visuales «RemiCCs», edición 2018. Un experimento de cultura libre para transformar una obra original en docenas de obras derivadas. Su sitio web menciona: «Queremos que copies, adaptes, mezcles, transformes, perviertas, ilustres, cambies. En otras palabras, que crees libremente.»

Todo esto es posible gracias a las licencias Creative Commons. El cuento “Nunca toques las galletas” del escritor ecuatoriano Ney Yépez Cortés, es una obra libre que usa una licencia CC-BY 4.0 Internacional. En otras palabras, mientras cites el autor y esta licencia, puedes darle cualquier uso a su obra. Cualquiera. El que se te ocurra.

¿Cómo?

La  lógica del concurso es muy sencilla (aquí las bases para que estés al tanto de todos los detalles):

1. Lee el cuento

La obra de Ney será la base para nuestro concurso. Deberás producir una obra que se derive o inspire en ella. Lee el cuento”Nunca toques las galletas” y piensa en todas las cosas que podrías hacer con ello (precuelas, secuelas, spin-offs, finales alternativos, adaptaciones, arreglos u otras modificaciones).

2. Escoge tu categoría

Existen dos categorías:

  • Escritura
  • Artes visuales

Cada participante puede enviar una sola obra por categoría. Sin embargo, puedes participar en ambas categorías.

3. Elige un pseudónimo

Nuestro concurso tiene un proceso de doble ciego. Los participantes no saben quiénes conforman el jurado y los jueces tampoco deben saber quién envía cada obra.

4. Crea tu obra

Recuerda cumplir con todos los requerimientos de formato que se indican en las bases del concurso.

5. Escoge una licencia Creative Commons para tu obra

Creative Commons quiere que realmente pienses qué licencia es la que más te conviene y también le interesa aprender sobre las necesidades de artistas y creadores. En el formulario de envío, tendrás recursos adecuados que te permitirán escoger la mejor licencia.

6. Envía tu obra

Si ya tienes todo listo, puedes enviar tu obra a través del siguiente formulario:

https://goo.gl/forms/yVDFAa0hgdM0HHic2

¿Cuánto?

Los premios son los siguientes:

Primer lugar: $150
Segundo lugar: $50
Tercer lugar: $25

¿Cuándo?

  • Envíos de obra: hasta la media noche del 30 de septiembre de 2018;
  • Publicación del nombren de integrantes del jurado:  1 de octubre 2018;
  • Anuncio de finalistas: 11 de octubre de 2018;
  • Premiación: 18 de octubre de 2018.

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