El ‘código ingenios’ no va a matar a nadie

Este artículo fue originalmente publicado en Gkilkcity.com

Apenas se publicó El Código Ingenios podría matar el emprendimiento tecnológico me sentí aludido: he defendido públicamente la obligatoriedad del Estado de comprar software libre, una de las posiciones atacadas en el artículo. La otra mitad del artículo, critica la disposición que obligaría a cualquier empresa tecnológica a pagar 10% de regalías a los programadores de software. Un derecho que sería irrenunciable y que, a decir del autor, generará más negocio para los países vecinos. Por eso, dice Matthew, la aprobación del Código Ingenios sería “desastrosa para la creación de industrias de conocimiento y el sueño de cambiar la matriz productiva”. Pero no es tan cierto: el Código Ingenios no es la amenaza que pinta Matt.

Empezaré haciéndole una concesión: la disposición que obliga a remunerar con 10% a los programadores de software es una preocupación legítima. De hecho, ha sido observada por personas que trabajan en empresas de software libre y propietario. Entonces, ¿por qué existe ese artículo? La razón es sencilla: el código fuente de un programa se protege dentro de la misma categoría que otros derechos de autor. Lo que estuvo pensado como un derecho irrenunciable para escritores y compositores, terminó siendo un “beneficio” indirecto para el programador. Como bien señala Matt, nadie en el sector tecnológico va a invertir en un producto que lleva consigo un impuesto de vida del 10%. Según Alejandra Villacís, Subsecretaria de Innovación y Transferencia de Tecnología de la SENESCYT, ya existen acercamientos entre la Asociación Ecuatoriana de Software (AESOFT) y la Secretaría, quienes tienen apertura a ceder en este punto. De concretarse, se eliminará la disposición del artículo 111 en lo que a software concierne. Esto deberá verse reflejado en el texto de ley presentado para segundo debate, sino queremos que arda Troya.

Con la obligatoriedad de usar software libre en el Estado, sin embargo, no existe tal acuerdo, pero antes de continuar con las respectivas argumentaciones, debo hacer un disclosure: partes de esa propuesta de ley fueron trabajadas por el equipo de la Secretaría Nacional de Educación Superior Ciencia y Tecnología (SENESCYT) del que formé parte. Desde sus inicios en enero de 2014 hasta julio de 2015, fui el administrador de contenidos de la wiki donde se recogían las observaciones hechas a la ley. Leía los comentarios del público y era el encargado de reportar a cada una de las direcciones de la Secretaría. Por eso vi cómo modificaban los artículos de ley cuando se consideraba pertinente. Gracias a eso, por ejemplo, se estableció el derecho a la sátira como un uso justo al derecho de autor. Otra de mis funciones era monitorear los comentarios hechos en páginas web, facebook, twitter y medios, e incluirlos como observaciones en la wiki, para que todas las otras personas puedan opinar. Incluso abrimos un par de secciones especiales, la primera para discutir el marco regulatorio para gobernanza de internet (tristemente muchas de estas propuestas de sociedad civil no se pudieron incluir en el texto final), y otra sobre la remuneración compensatoria por copia privada —un tema que, pese a ser complejo, generó una acalorada discusión. Fuera de línea, acompañé al personal de la institución a capacitaciones en institutos de investigación donde no sólo se enseñaba cómo usar la herramienta wiki, sino que se recogían comentarios con lápiz y papel. Muchos empresarios ecuatorianos que hacen parte de la Asociación Ecuatoriana de Software y de la Alianza para el Emprendimiento e Innovación también hicieron parte del proceso.

Volvamos al tema de la obligatoriedad de la compra pública de software libre. Matthew dice que el Estado —que representa una parte importante de la demanda en el mercado ecuatoriano— es indispensable para que algunos de los pequeños productores puedan crecer y escalar. En efecto, existen empresas que se han apalancado en el Estado para posicionarse en el mercado internacional, pero el Estado está migrando su demanda, no eliminándola. Las empresas están en capacidad de migrar su modelo de negocios, y esa es la tendencia mundial.

Además, trabajar con software libre presenta ventajas adicionales que ayudan a las empresas a expandirse a nivel internacional. Al no tener que pagar licencias a empresas extranjeras, el costo de producción disminuye y, a un costo menor, se incrementan los potenciales clientes. Esto es lo que ha permitido a Elastix, una empresa ecuatoriana de software libre, expandirse al mercado mundial, ser traducido a más de veintidós idiomas y contar con más de tres millones de descargas. Liberar el código fuente del programa fue una ventaja, no un impedimento. Las empresas y cooperativas de software libre en el País Vasco —una comunidad autónoma española con dos millones de habitantes— ha generado ya 77 millones de euros.

Los pequeños emprendedores, también pueden sentirse mucho más seguros si inician en este sector. Las empresas de software libre tienen una tasa de fracasos muy baja (menor al 4%), y sus empleados tienen mejores beneficios —79,7% de las ganancias por valor añadido van a los salarios de los desarrolladores. Adicionalmente, ahora los innovadores contarán con el apoyo financiero de capital semilla y con capacitaciones otorgadas en incubadoras y aceleradoras certificadas, algo que solo será posible institucionalizar si se aprueba el Código Ingenios.

Luego está el argumento de que las únicas empresas que hacen software libre son empresas multinacionales. Me pregunto entonces a qué se dedican Domo Soluciones Web & TI, Innovative Business Solutions Coral, Soporte Libre o PaloSanto Solutions. Todas son empresas ecuatorianas que obtienen la totalidad de sus ingresos comercializando exclusivamente software libre y —entre aquel tipo de empresas— el 80% desarrolla su propio código, innovan. De hecho, las contribuciones al software libre provienen, en un 61%, de la pequeña y mediana empresa. Es falso, por ende, que las grandes empresas internacionales sean las únicas que comercializan free software.

Finalmente, se habla de la dificultad y costos que implican la migración a software libre, pero ese no es un proceso nuevo. Todo lo contrario: los procesos de migración en el Estado iniciaron en el 2008, cuando el presidente Correa firmó el decreto 1014 comprometiéndose a la migración de la administración pública central. La Asamblea Nacional, por iniciativa propia, migró todos sus equipos de escritorio y no se generaron mayores inconvenientes. ¿Cuál será el costo de cambiar todos los sistemas operativos de todas las computadoras estatales de Microsoft a GNU/Linux? Probablemente sea bajo: mayor es el costo de capacitar a los usuarios sobre el uso de la herramienta. Aquí hay que traer a colación aquello que los economistas denominan costo de oportunidad, es decir ¿cuál es el costo de no migrar? En Europa, el ahorro por reuso de código y otras contribuciones del código abierto a la economía ascienden a 450 mil millones de euros al año: una cantidad suficiente para comprar, de una, todas las acciones de Microsoft.

Pese a las incomodidades que pueda generar en ciertos sectores, el Código Ingenios trae más beneficios que problemas: representa un avance importante en materia de derechos de autor, ampliando los usos justos que en el Ecuador tanta falta hacen —en el país hay 180 mil personas con discapacidad visual que actualmente no pueden acceder a libros en braille debido a derechos de propiedad intelectual. Un régimen de propiedad intelectual más flexible, no sólo permite que más personas accedan al conocimiento sino que favorece a las industrias creativas. Esta doctrina, conocida como fair use, genera ingresos enormes en otros países y, en 2007, representó el 16% del producto interno bruto de Estados Unidos —o lo que es lo mismo: dos mil estaciones espaciales internacionales. Así que no: El código ingenios no va a matar a nadie.

Entrevista a Andrés Delgado, por Evolucionarios

Texto de la entrevista que me realizara Evolucionarios (hoy fuera de línea)
¿Cómo definirías la cooperación?

Cuando dos o más personas trabajan juntas de buena gana para obtener un resultado que beneficie a los participantes (y en muchas ocasiones a toda la comunidad).

¿Crees que el principio de cooperación es aplicable a la sostenibilidad?

No sólo creo que es aplicable, sino que es imprescindible. En la economía actual las personas y las empresas hacen de todo para acumular dinero, y eso a veces incluye que los platos rotos los paguemos las otras personas e incluso la propia naturaleza. Sin una visión cooperativa, pronto nos quedaremos sin recursos para llevar una buena vida y sin amigos con los cuales compartirla.

Gabor Maté, un reconocido psiquiatra, menciona que nuestra felicidad es directamente proporcional al número de «iguales» que tengamos, gente como nosotros con las cuales nos podamos conectar, y es eso precisamente lo que genera la cooperación.

Desde un punto de vista más técnico, las herramientas que la cooperatividad ha creado tienen una lógica distinta a la del mercado, en lugar de crear productos para vender más y más. Se crean productos pensados en su reutilización y durabilidad. Podemos mencionar como un ejemplo de esto a los diseños de Open Source Ecology, quienes han reducido el costo de máquinas industriales a un octavo del precio en el mercado, pero paradójicamente han aumentado su durabilidad 5 veces.

¿Cuál es el concepto de FLOK Society?

Para entender al proyecto FLOK Society hace falta conocer un concepto clave que en los últimos años ha mejorado la calidad de vida de muchas personas en el mundo y ha permitido además el nacimiento de una nueva cultura de innovación: El COPYLEFT.

Al contrario del copyright (derechos de autor), el copyleft es básicamente un acto de nobleza por parte de quien inventa un nuevo diseño, escribe un nuevo libro o codifica un nuevo software. Es declarar a su creación como patrimonio común de toda la humanidad, para siempre.

Gracias a esto hemos podido apreciar el surgimiento de toda una industria mundial (software libre), que ahora ha tomado uno de cada cuatro computadores corporativos en el mundo y ya en 2007, la economía de productos libres constituía un sexto del Producto Interno Bruto de los Estados Unidos.

Ya tenemos muchos ejemplos de consumo colaborativo aquí en Ecuador. Tenemos una red de autos compartidos (www.autocompartido.com.ec) que, si los usáramos bien reduciríamos un 80% de las emisiones en nuestras ciudades. También hemos implementado algo similar con las estaciones biciQ, las cuales poco a poco van tomando todas las ciudades de Ecuador. Otros colectivos ciudadanos han empezado a usar las redes sociales como medio para intercambiar objetos a fin de no gastar más e incluso montaron una especie de tribuna de defensa del consumidor con un grupo llamado «Te aviso para que no les compres». Nosotros queremos llevar esto mucho más lejos para que los productos de la gente que ha regalado su trabajo a la humanidad (al registrarlo con una licencia libre o bajo copyleft) tengan su máximo alcance en Ecuador, convirtiendo a este país en un laboratorio de ideas.

La Sociedad del Conocimiento Libre y Abierto pretende crear una nueva forma de producir y consumir. Queremos dejar atrás al Ecuador que únicamente basa su economía en recursos limitados (como el petróleo) y proponer un país que use recursos ilimitados (como son la ciencia, la tecnología y el conocimiento) para sacar adelante a su gente y conservar su naturaleza.

Queremos que Ecuador cambie al mundo.

¿Cómo crees que se puede aprovechar el conocimiento para el bien común?

Si bien no creo en el conocimiento individual, sí creo que cada uno de nosotros tiene destrezas únicas que pueden dar aportes igual de únicos a este conocimiento que compartimos como humanidad. Isaac Newton lo explicó mejor cuando escribió:

«Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes».

Lo que Newton quería decir es que nosotros siempre creamos algo solo a partir del conocimiento que han dejado las 4000 generaciones de humanos que han pasado por este planeta, no existe nada que pueda ser 100% original, y es importante reconocer este hecho, porque nos permite entender que el mejor aporte que podemos hacer cuando tenemos una nueva idea, una explosión creativa, es brindarla como un apoyo a las presentes y futuras generaciones.

La imprenta revolucionó la historia porque permitía que los libros se reproduzcan mucho más rápido y ahora con Internet las ideas viajan a la velocidad de la luz (literalmente), si logramos que estas ideas se transformen en diseños de maquinaria libre, educación abierta y programas de computación gratuitos, podremos mejorar la calidad de vida de la gente.

Cuéntanos tu experiencia en la sociedad del conocimiento compartido.

Bueno, ahora mismo escribo usando un sistema operativo gratuito basado en GNU/linux (Ubuntu), en un programa de software libre, hubo gente que escribió el código de esos programas para mí. Creo que todos empezamos primero ‘usando’ estas herramientas del conocimiento compartido y posteriormente empezamos a realizar aportes que aunque nos parezcan pequeños terminan acoplados a un sistema enorme de conocimiento que otras personas pueden usar. En mi caso específico, he registrado obras de arte y ensayos bajo licencias libres.

Hace pocos meses, mis amigos David y Rafael, junto con mi primo Vinicio, hemos empezado a armar algunas impresoras 3D y eso gracias a que alguien más ha publicado libremente los diseños en internet. Algo interesante sobre esto es que una vez que estén terminadas, podremos imprimir las piezas para otras impresoras. ¡Es alucinante!

También he usado mucho de los contenidos en línea para aprender por mi cuenta, he aprendido otros idiomas humanos y computacionales (programación). Una vez fui a clases de salud mental tras haber escuchado una ponencia de uno de los más grandes expertos internacionales de la universidad de Stanford en línea. El profesor salió muy sorprendido.

¿Cómo crees que se puede incentivar a la juventud para formar parte de la sociedad del libre conocimiento?

Creo desde el fondo de mi corazón que las personas nacemos con una gran motivación hacia un mundo mejor, el problema no es incentivar a los jóvenes sino detener a quienes inhiben esa curiosidad innata.

Ken Robinson resume muy bien el sistema educativo:

«Sólo hay una respuesta… y está al final del libro. ¡Y no mires! Porque es hacer trampa»

Hay que crear nuevos centros, instituciones, empresas, clubes, grupos de amigos que funcionen desde una lógica distinta, dónde podamos reunirnos a compartir ciencia y jugar con ella. En Ecuador existen algunos HackLabs y podemos crear muchos donde no existen.

Debemos ir a clases y asombrar a nuestros compañeros siendo mejores que el profesor. Se imaginan el rostro de uno de sus profesores porque ustedes son los que le están enseñando.

Las universidades deben dar soluciones reales a la gente involucrando a sus estudiantes en proyectos que le quiten el frío y el hambre a las personas que no han nacido en la misma posición que nosotros. Y nosotros los jóvenes somos el puente para eso.

Debemos armar esos autos que ahora se encuentran en internet a una fracción del costo e invitar a la gente a dar un paseo en el futuro.Lo mejor que uno puede hacer para cambiar la perspectiva de la gente y conectarla con este proceso es informarse continuamente sobre nuevas posibilidades que cambian el mundo, que hacen que los problemas de hoy se vean ridículos, asombrarse ante tales cosas y compartirlas de una manera sincera, siempre revisando tus fuentes, siempre citándolas, porque lo más importante no es ser un fin, sino un puente entre aquellos que te rodean y las grandes posibilidades que encierra el presente.

Código Abierto

«Puede ser cierto que detrás de cada cínico hay un idealista fracasado, pero en un mundo en el que ninguna buena acción queda sin castigo, es fácil ver cómo los más sensibles a la condición humana no pueden dejar de sufrir una especie de trauma espiritual, donde la buena voluntad infantil, la curiosidad y el desarrollo racional son pisoteadas, suprimidas y destruidas por el tradicionalismo tenaz forjado por la supuesta virtud de elitismo arrogante».
– Peter Joseph

Hace unos cuantos días estaba bastante insatisfecho con mi vida (tal vez debido a la deprivación de sueño que sufre toda persona que trabaja en un hospital) y vino a mi  mente un artículo que leí los días siguientes a la muerte del activista Aaron Swartz, específicamente uno de sus párrafos donde el autor describía la frustración de Aaron con el mundo y sus altos estándares de exigencia a las personas que le rodeaban, tal vez me sentí bastante identificado en ese instante y sentí el impulso de cazar el artículo que había impregnado mi inconsciente.

Aaron Swartz a sus 14 años

Me sentí  absorbido por su caso, empecé a publicar frases en  twitter y facebook acerca del tema y un amigo comentó compartiendo el enlace de uno de los artículos más completos que he encontrado al momento acerca de Swartz.

El artículo recorría la vida de Aaron desde sus inicios, explicaba su tendencia ideológica compartiendo datos sobre sus padres y abuelos y las luchas que habían sostenido, Swartz abandonó el colegio debido a que no estaba feliz con cómo funcionaban las cosas, muchos años y experiencias después también dejó Stanford porque ‘era un lugar más que se debía arreglar’. Era un blogger prolífico  y desde una edad muy corta mostró grandes aptitudes para la informática y la dinámica social. Escogió sociología como carrera porque quería cambiar el mundo. Sistemáticamente detectaba errores en las estructuras sociales que le rodeaban y buscaba formas de corregirlos. Buscaba compañeros de trabajo para esta ardua labor de hacer del mundo un lugar mejor.

No me considero un genio pero creo que, como muchos, me sentí identificado con Aaron, mejorar a la sociedad no es nada fácil, muchas veces es un mal negocio y definitivamente genera un estigma social. Hay cierta desesperanza cuando un clamor de auxilio muere después de un eco muy corto y creo que el acoso que sufrió Swartz de parte de su gobierno y el sistema de justicia son un símbolo claro de lo agresivo que puede ser el mundo con personas que tienen una perspectiva diferente, especialmente cuando esa visión va más allá del reformismo.

Esa misma semana dediqué toda una tarde a la traducción de la entrevista que realicé a inicios de año a Federico Pistono, la traducción es una de las labores que silenciosamente realizo desde hace más de un año con el fin de incentivar a hispanoparlantes con información relevante y absolutamente necesaria. Al igual que Swartz, Federico es una prospecto joven con un profundo conocimiento de la informática y dedicado al activismo social. Su perspectiva, no obstante, es mucho más optimista.

No puedo evitar pensar que Federico también ha sentido la misma decepción que Aaron durante su vida, de hecho sé, por una o dos conversaciones que hemos sostenido, que la gente a su alrededor también le ha fallado y que en varias ocasiones no tuvo otra opción que dejar algo que parecía prometedor y empezar nuevamente desde cero. Para citar a otro de nuestros compañeros:

Queremos cambiar el mundo. El sistema de reparto de la riqueza, el sistema de catalogación de la riqueza, el sistema de producción, la organización política, la cultura, las religiones, es decir, el cambio que proponemos es un cambio integral. Complejo. Difícil.

Es una tarea que, además de paciencia y la capacidad de conectarnos como parte de un proceso mucho más grande de evolución humana y natural, requiere una estrategia adecuada para una trayectoria de tan largas dimensiones, donde no sólo somos gotas en el océano, somos además partículas fugaces en la construcción de algo que posiblemente supere nuestro período de vida o nuestra capacidad de aportar durante ella, cualquier que sea la razón para ello.

El código abierto

Richard Stallman fue el héroe de la vida de Aaron Swartz, una gran influencia para Pistono y más importante aún, el iniciador de una revolución acerca de como participar en la sociedad y transformarla. Stallman es el fundador del Movimiento de Software Libre y para quienes no están muy encariñados con las computadoras o la tecnología esto les dirá poco, así que les ruego paciencia.

¿Alguna vez se han preguntado que pasa con un programa en la web cuando quien lo creó muere? Pues todo secreto se lleva a la tumba, el código abierto en cambio permite que otras personas que trabajan en el mismo campo sean capaces de identificar como se montó una estructura específica. Toda página tiene un código, así como todo programa. Es similar al plano de una casa, o al modelo de una máquina. Que algo sea de código abierto significa que aunque el creador muera o se desligue de un proyecto, quienes están interesados en él pueden continuar.

Hacer que algo sea de código abierto es además declararlo patrimonio común de todos los seres humanos, para siempre y es una forma de potenciar el trabajo colaborativo sobre los intereses económicos, podría parecer algo lindo y utópico ¿Verdad? Pero ahora tenemos a GNU/Linux en 1 de cada 4 compuradores corporativos. Tenemos a Apache en más que la mayoría de todos los servidores web.

Federico escribe:

El Código Abierto no es solo software. Es una filosofía. Es la idea de que compartir es mejor que el secretismo, es la prueba de que la cooperación es más efectiva que la competición despiadada; y que mediante la apertura de planos, el desarrollo de la ciencia, la cultura, las artes y todo lo que es positivo se acelera. Es posiblemente el ejemplo más destacado de todos los logros humanos

Creo que el código abierto no es un buen método, es EL MÉTODO, el camino a seguir, y  es especialmente importante para mí porque veo la forma de dejar un legado sobre algo que es verdaderamente importante y rebasa mis límites. Es el efecto exponencial que estaba buscando a mis acciones. Pienso que cada uno de nosotros no solo debe aportar en cuestiones técnicas sino que debemos dibujar nuestros sueños y regalarlos al mundo, contar lo que hacemos y dejar que otros lo sepan, lo modifiquen, lo mejoren y perpetúen.

Hoy hago ese compromiso personal de compartir mis sueños para que las otras personas sepan que no están solas, para que podamos trabajar juntos y para que nuestros sueños duren al menos eternidades.

Que tu vida sea de código abierto.