¿Qué es importante?

Cada día de mi vida durante los últimos meses me hago esa pregunta: ¿Qué es importante? Lo hago al momento de decidir en qué enfocarme en mi trabajo, cuando pienso en cambiarme a otro. Al encontrar un vacío en mi tiempo libre o cuando me falta voluntad para algo. Es que uno es atípico, no en el sentirse cansado o deprimido, que eso le pasa a todo el mundo, sino en pensar que eso se debe al estado del mundo en general.

No paso hambre, incluso si no tuviera trabajo tendría una familia que me ama y protege, no pesa sobre mí diagnóstico alguno pero sé que cada día mueren miles de niños por simple hambre, que una de cada cuatro personas en el mundo no tiene acceso a agua potable, que una cantidad igual murió sin haber realizado una llamada telefónica en su vida en la década pasada. Sé que estamos acabando con la vida y su diversidad, actualmente la capacidad de regeneración de la Tierra está por debajo del nivel de consumo de quienes la habitamos. Eso quiere decir que, además de gestionar una pobreza artificial (el 30% de la producción de alimentos va a la basura sin que nadie haya tocado esa comida), estamos creando una escasez de recursos irreparable. He decidido pensar que esta es la causa de mi angustia.

Al mismo tiempo, las personas nos enfrentamos a una paradoja inusual, en un mundo globalizado tenemos fuerzas que están distribuyendo el poder de negociación al tiempo que otras buscan acumularlo en unas pocas manos. Así, mi alcance puede ser mucho mayor que hace una generación, donde casi nadie usaba la web, pero las estructuras que uno aspira modelar también se defienden de forma más eficiente. En un país pequeño, incluso ser presidente no es suficiente. Todos los ecuatorianos podríamos dejar de existir el día de hoy que las tendencias continuarían siendo exactamente las mismas, aún si un domo enorme protegiera nuestro territorio de cualquier posible amenaza. Un problema global requiere de soluciones globales, no humanas.

El problema con los seres humanos es cuádruple: En primer lugar, no somos buenos para hacer frente a «problemas de largo plazo» o postergando la gratificación; dado que nuestras raíces están en la supervivencia diaria en la sabana, nos cuesta pensar en los efectos a largo plazo de nuestras acciones actuales en el medio ambiente. En segundo lugar, somos excesivamente optimistas y confiados, y aunque esto puede haber ayudado a nuestra supervivencia antiguamente y sigue siendo relacionado con el éxito y la esperanza de vida, tiene un inconveniente – que en general no nos gusta escuchar una mala noticia y no estamos preparados para ello sin importar cuán cuantificable sea la noticia. En tercer lugar, no somos capaces de comprender los efectos del crecimiento compuesto (exponencial), lo que significa que ignoramos sus efectos sobre los recursos limitados y, en última instancia, su insostenibilidad. Por último, tenemos una confianza injustificada en el cerebro humano y su capacidad intelectual para salir a nuestro rescate en esta materia; dada la capacidad del cerebro para mantener una actividad intelectual infinita esto no nos debe sorprender, pero no debemos simplemente asumir que esa capacidad infinita aplica al entorno natural (Jeremy Grantham).

Nos preciamos de ser racionales, pero nuestro comportamiento no escapa a nuestros orígenes. Emotivos como somos, no somos capaces de ver con ojos críticos a eso de venderle el alma (nuestro planeta) al diablo (quien sea que esté de actor de turno en el sistema económico que produce dinero de la nada), sea en grandes porciones, como es el caso de las concesiones petroleras o en cómodas cuotas, como cuando vendemos tiempos y morales porque toca pagar las deudas, ganarse el pan de cada día o vivir mejor. Podemos ponernos a reflexionar sobre el estilo de vida que llevamos, condenar a la corrupción, rezar por un mundo mejor, hasta dedicar horas de nuestra vida para cambiar la situación, pero más tarde que temprano vemos números rojos y «ahí quedó «.

Lo que no se cuenta no existe es un eufemismo, la verdad es que lo que se cuenta impera e impone, sino fíjense qué parámetro es el que prima antes que cualquier otro cuando se trata de evaluar qué país va ganando en la carrera hacia ningún lugar. Recortar el gasto social o sacrificar la biodiversidad es justificable siempre que el PIB aumente.  ¿Existen alternativas? Claro que sí, el indice de desarrollo humano, que cuantifica la esperanza de vida, la tasa de alfabetización, el nivel de riqueza, entre otras. Pero el PIB se mide en dólares, todo el mundo entiende eso. Los puntos en el índice de desarrollo humano también son fáciles de entender pero no es algo con lo que nadie vaya a negociar.

¿Te parece si te cambio cinco dólares por un medio punto en mi índice de desarrollo humano del día de hoy?

Hace poco leí acerca de un add-on para google chrome que hace algo de lo más llamativo, te pregunta cuánto ganas por hora y después de eso transforma los precios en pantalla en las horas de trabajo que uno tiene que invertir para acceder a los productos. Abajo, por ejemplo, he incluido un gráfico de lo que sucede cuando quiero comprar libros en Amazon.com. Fíjense en el primer ítem ¡me dan 12 minutos de descuento!

El tiempo es dinero
¿Qué es importante? es la pregunta que nos debemos hacer para cambiar el mundo, pero es una pregunta sobre la que debemos reflexionar como sociedad. Seguramente todos estaremos de acuerdo en que tener un flujo constante de recursos es más importante que un flujo constante de dinero si tenemos que escoger entre el uno o el otro, como actualmente es el caso. El asunto es que todo nuestro aparato económico y político gira en torno a la moneda, por ende urge crear un estándar distinto para la política y la economía. En Ecuador, por ejemplo, se ha creado un Ministerio para que sepa ejecutar este propósito. Literalmente el decreto N° 30 dice:

La Secretaría de la Iniciativa Presidencial para la construcción de la sociedad del Buen vivir cumplirá la función de coordinar con las diferentes instituciones del Estado, especialmente con la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, todas aquellas acciones que impulsen el nuevo modelo que está basado en el Sumak Kawsay.

Y aunque esto le resulte risible a muchas personas, este es el paso más importante que se pudo haber dado en la construcción y consolidación de un nueva economía. No sé si el Estado lo toma tan seriamente como yo lo hago, si sus intenciones sean tan fuertes como las que yo tuviera al haber creado dicha institución o si se trata de una posición política creada sin mucha planificación o perspectiva, pero está ahí; y la semana pasada, junto con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, desarrolló el taller de métricas para el buen vivir. 

Ahí estaba yo, en primera fila, viendo de qué iba la cosa, en la mesa que inauguró el evento estaban Freddy Elhers (que para mí peca de confundir la labor de un ministro con la de un gurú), el director del INEC y René Ramírez, quien presentó una charla magistral sobre su libro: «(Good) Life as the ‘Wealth’ of Nations«, claro que el libro está en español pero recalco el título que René usó en inglés para ilustrar de una mejor manera su intención, la de crear una narrativa distinta a la dominante:

La escasez […] establece límites a la reproducción de los pobres y la naturaleza no puede hacer frente a esto de ninguna otra manera que con la eliminación de sus hijos (Adam Smith, La Riqueza de las Naciones).

El René presenta un concepto que es de lo más interesante, en vez de medir cuanta plata nos ingresa, sea como nación o individualmente, él propone medir el tiempo que uno ha experimentado con satisfacción, lo que usualmente implica al tiempo que uno pasa en relación con otros, con la naturaleza o con uno mismo. «Trabajar o ir de compras es menos de la mitad del tiempo que uno vive» y como tal estamos dejando una proporción muy grande de nuestra vida fuera de nuestra planificación y nuestra economía. Mas importante aún, contamos la parte de la vida que la mayoría de nosotros odiamos. En Ecuador, sólo el 3,4% de la población económicamente activa considera que trabajar no es un sacrificio.

Los seres humanos somos seres racionales, pero la toma de decisiones como sociedad es principalmente emotiva, puede que hayan mejores índices para medir una sociedad perfecta, que tomen en cuenta la termodinámica, la cantidad exacta de cada recurso, el nivel educativo individual de cada persona, pero una medida simplificada que impacte es muy difícil de lograr. Lo más importante de la obra del René es que permite utilizar una variable que le hace competencia al dinero: el tiempo que disfrutas. Si alguien fuera a ofrecerte un salario mayor o el mismo salario pero con menos horas de trabajo, te la piensas. Si decimos que vamos a maximizar el tiempo que uno tiene para el deporte, la familia, los amigos, la lectura en lugar de maximizar ingresos, no suena tan mal. Incluso hablando de su investigación inconclusa, la planificación económica que cuenta el tiempo que un ecosistema demora en desarrollarse considera mucho más valioso al Yasuní que a un bosque de pinos recién plantado, y lo dijo en su conferencia.

La propuesta es tan buen que en 2012, New Economic Foundation la seleccionó como candidata para establecer una métrica que reemplace al PIB, fue presentada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (RIO+20 para los que no somos entendidos). Usualmente la economía se auto-evalúa, construye sus índices para compararse consigo misma, pero tener un parámetro que considere a la vida como el centro del desarrollo permitirá evaluar qué tan ciertas son las afirmaciones de los «neoliberales» o incluso de los «socialistas del siglo XXI». Para quien le interese ¿por qué no habría de interesarte? René publicó un resumen de su libro en la revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, es apenas una docena de páginas, tal vez unos 45 minutos y es gratis, no sé como calce eso en el PIB.


bbrp

La paradoja de ZEITGEIST

Mi escuela y colegios fueron ambos católicos, y en eso eran buenos, teníamos lecturas de la biblia y se nos enseñaba algo sobre el contexto «histórico» de algunos de los eventos que ahí sucedieron. Una lectura reciente me remitió a esos tiempos. Cuando la gente esperaba una rebelión y un mesías que los guiara llegó Jesús, pero ellos no querían un líder espiritual o algo por el estilo, la cuestión era más bien política. Era económica.

La revolución que esa gente esperaba era algo como una destrucción total del sistema económico tal cual existía en ese entonces. Veinte siglos después, un vídeo vodevil — ZEITGEIST — y sus dos secuelas redimen la misma lucha, destrozando al mesías que nunca dio lo que genuinamente se esperaba de él.

  

La luna roja: Michael Ruppert ha muerto

«No hay beneficios económicos, bajo el paradigma actual, por salvar vidas, por devolver el equilibrio al planeta, por tener justicia y paz o algo por el estilo. Simplemente no hay ganancias ahí»
Michael Ruppert

Hoy a la madrugrada hubo un eclipse lunar. Al mismo tiempo Marte se encontraba tan cerca que hubo un pequeño tinte rojo en nuestro satélite. Mientras trataba de dormir — y no — pensando en este fenómeno, espiaba entre las cortinas por si acaso la luna se asome (alrededor de media noche empieza a divisarse). Rntré a revisar la cuenta de twitter @tzmglobal que había descuidado durante estos días y de repente leo esto:

Al inicio pensé que podía tratarse de algún mensaje elaborado. Ojalá. Me puse a buscar tuits con su nombre y descubro que, en efecto, Michael Ruppert se había suicidado. Me demoré en asimilar la noticia y me golpeó mucho personalmente. Tras haber trabajado un tiempo dentro de la política y entendiendo las bases de la economía, me fue posible ubicarme en una situación cognitiva donde la decisión de Ruppert era totalmente aceptable y lógica.

Un tiempo atrás tuve también un golpe emocional bastante fuerte con la muerte de Aaron Swartz, y es que ver morir a un fellow misfit por mano propia es muy duro, te arranca lágrimas. Esa gente, de un modo u otro, es parte de los ideales que defiendes, es la fuerza que te permite levantarte tras cada mala decisión colectiva. Eso también muere con ellos.

Lo que no muere, sin embargo, son los hechos que los motivaron. Esos hechos nos acompañan a todos, mucha gente lo ignora pero unos pocos los sentimos dentro de nuestras cabezas una gran parte del tiempo. El ecocidio tiene tantas caras.

Economía ideal

Este post es una respuesta a Saulo (@sjronqui), quien me dice:

Pienso a futuro describir las ideas presentadas a continuación de forma responsable, con datos suficientes y bibliografía de respaldo, pero por ahora me gustaría bosquejar algunas ideas sobre un manejo responsable de ecosistemas humano-ambientales. Inevitablemente describiré un poco de los problemas de la economía actual para explicar o matizar.

Una falsa dicotomía

El Estado y el mercado no son fuerzas antagónicas como se nos ha querido hacer pensar por mucho tiempo. De hecho, muchos de los mercados son creados por decreto. Antiguamente se distribuían monedas al ejercito y se le decía a la gente que tenían que pagar el impuesto al rey con dichas monedas. El resultado es que la gente se veía obligada a vender sus productos a los soldados. ¡Voilà! Se crea un mercado instantáneo.

Esto no dista mucho de la jugada de Nixon para que el petróleo sólo se pueda vender en dólares estadounidenses. De repente, todos debemos pedir dólares y ofrecer nuestros mercados a Estados Unidos. Y por mucho que se hable de desregular los mercados, la realidad es que los grupos de poder tras la gran mayoría de partidos políticos en el Estado son los mismos que poseen los grandes capitales de la banca privada (nacional e internacional).

Cuando un Estado es fuerte, ciertamente hay más beneficios sociales pero llegado su momento, estos incomodan a los poderosos del mercado quienes bien pueden generar una escasez (percibida o real), dejar de emitir créditos (generando una contracción económica), obligar a acuerdos comerciales con países mucho más capitalistas, entre muchas otras cosas.

El Estado y el Mercado son un extraño híbrido que ha tomado control sobre la vida de cada uno de «sus» ciudadanos, obligándoles a ganarse la vida mediante una redistribución de riqueza ultra ineficiente y al mismo tiempo recuperándola bien sea mediante impuestos estatales o la oferta de productos. ¿Qué Estado o producto de mercado busca hacerte más independiente? Ninguno.

En Ecuador es muy famoso el graffiti:

Último día de despotismo y primero de lo mismo

Hace referencia a una inscripción que apareció después de la batalla de Pichincha para señalar la ironía que tras haber alcanzado la independencia, realmente nada había cambiado. Si nos ponemos a pensar ya van a cumplirse 192 años de la famosa victoria de Sucre pero todavía mantenemos un nivel casi general de esclavitud (pagada), una gran cantidad de pobreza, los recursos nacionales todavía se van para el extranjero y aún creemos que las patrias son importantes. A pesar de que son un mero invento humano colectivo que si llegara a ser borrado de nuestra memoria jamás volvería a ser igual.

INDEPENDENCIA

La economía ideal para mí tiene que considerar dos elementos básicos: (1) Liberar a la gente (2) restituir los ecosistemas para una salud pública y global continua.

La gente liberada cultiva su propia comida, genera su propia energía, se conecta libremente y mejora la calidad de vida de los seres vivos mediante el uso inteligente de la ciencia y la tecnología.

La economía ideal pues es pos-estatal y pos-capitalista, puesto que hemos puesto en marcha los sistemas de producción distribuida en la mayoría de los aspectos esenciales a la vida. Fuera de ser una utopía hablo de paneles solares, por ejemplo, para abastecimiento energético. De cultivos de permacultura para la comida y de impresoras 3D para la industrial, de un Internet distribuido mediante redes mesh o incluso algo parecido a la infraestructura actual.

Yo mismo no practico la permacultura y pienso que a veces conviene sacrificar la distribución personalizada para tener bienes comunitarios que nos permitan incrementar la eficiencia en el manejo de recursos. Un ejemplo de ello sería una represa para conseguir electricidad, un edificio de agricultura hidropónica y aeropónica para abastecer toda la ciudad, etc.

Patrones actuales

Las redes de energías renovables distribuidas tal vez sean uno de los primeros pasos para el cambio de economía. Puedes o no estar consciente de esto pero la gente usa petróleo porque es requerido por los poderes económicos dominantes, eso explica la estupidez del gobierno español de imponer tasas altísimas al uso de paneles solares, o a la prohibición en Miami de desconectarse de la red eléctrica. Menor dependencia de los combustibles fósiles significa menor dependencia del dinero de la Reserva Federal de Estados Unidos.

No hay mayor incentivo para este tipo de iniciativas (aunque existen dos que tres gobiernos responsables como Alemania que empujar hacia este camino) y en la economía siempre es el caso que cualquier tipo de independencia se vea coartada. Ese es el problema de tener a los grandes capitales distribuidos en pocas manos. Una solución a esto se ha manifestado gracias a Internet: El crowd-funding.

El crowd-funding no es otra cosa que personas pidiendo ayuda financiera a todo el que vea su anuncio en Internet (a veces te devuelven recompensas según el nivel de aportación). Esto permite que las personas invirtamos en algo que no le interesa ni al mercado ni al Estado -algo que nos genere independencia- como un auto cuyo diseño industrial es totalmente libre, por poner un ejemplo. En España le han puesto entonces un límite al crowd-funding.

Otro patrón emergente que hay que fortalecer mucho es la liberación del conocimiento, especialmente de conocimiento científico; este se viene a expresar en forma de artículos científicos, pero también de software libre y de diseño de maquinaria de fuentes abiertas. Usualmente los diseños «de la gente», en contraposición a los del mercado (corporaciones) resulta más eficiente, más duradero y menos costoso. Quizás uno de nuestros principales deberes es defender la liberación del conocimiento, hacer respetar la decisión de las personas que los produjeron de que se mantengan libres, generar nuevas formas de retribución a los inventores para una inmediata liberación del conocimiento, dar de comer a la gente que los produce (ya sea mediante inversión, donación o adquisición de los mismos) y mantener su disponibilidad al hacer respetar la neutralidad de la red descentralizada.

La disponibilidad de la información (inmaterial) es una cosa importante y tiene que seguir de la disponibilidad del material para construir, lamentablemente esa es una cuestión más compleja pero puede ayudar que geo-localizemos colectivamente las fuentes de este material y que expongamos además su origen, cómo fueron extraídos, con una especie de control ciudadano de las externalidades típicas del mercado. Fairphone es un muy buen ejemplo de esto, otro es la aplicación buycott.

Salud pública y global

Quizás el elemento de añadir eficiencia a la producción no sea tan difícil de asimilar, pero igual o más importante es añadirle eficiencia al consumo. No requerimos una economía de crecimiento infinito, requerimos una economía estable. Culturalmente hemos creado una economía basada en la deuda. Esto quiere decir que el dinero se emite sólo en forma de créditos (préstamos) y que nos vemos obligados (a macro-escala) a pelear por conseguir una cantidad determinada para devolver esos préstamos. También esto ha causado que explotemos más y más recursos naturales con el afán de venderlos a alguien para pagar las deudas, en Ecuador hasta una de las más grandes reservas presentes desde el pleistoceno. ¿Qué tan real es esa deuda? 0%. Es ficticia.

Necesitamos dejar la economía basada en deuda y pasar a una economía que mida sus bienes en función de la eficiencia con la que se produjeron (léase el ensayo «The Industrial Government» del siguiente PDF), que genere poca o ninguna deuda en base al uso de conocimiento científico avanzado y de una economía de reciprocidad, parecida a la de nuestros sistemas primitivos.

Al mismo tiempo nuestros esfuerzos deben encaminarse a la recuperación de los ecosistemas que sostienen la vida y a aquellos que determinan el comportamiento de los seres humanos, en una especie de ingeniería social que disminuya los niveles de violencia (tanto estructural como de comportamiento).

Hasta tanto, necesitamos incrementar los mecanismos de participación en TODAS las estructuras centralizadas y que acumulan poder o capital, además de exponer toda la información disponible sobre ellas, es necesario realizar una campaña activa y permanente para mecanismos de participación colectiva, en el caso de los gobiernos, los procesos de creación colectiva de legislación, los parlamentos virtuales (que incluyen la asignación de presupuestos), entre otras tantas cosas que con la tecnología actual resulta irónico no tenerlas.

Desmercantilización de los recursos

El paso más importante a mi entender es la desmercantilización de la infraestructura que soporta nuestras necesidades básicas: energía, agricultura, salud e Internet para empezar. No pueden ni deben venderse las necesidades básicas de la gente. Un salario básico universal no basta.

Esto para empezar.

 

Ateísmo económico

«Para cuando publicó La Riqueza de las Naciones, a la edad de 43 años, Smith se había convertido en el primer [pensador] científico complejo».
Ricardo Hausmann

No es un epígrafe. Es la mayor falacia jamás contada y puede leerse en un artículo de Project Syndicate llamado Why Are Rich Countries Democratic?. Hausmann es ex ministro de Planificación de Venezuela, ex economista en jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, profesor de economía y director de Centro para el Desarrollo Internacional en la Universidad de Harvard, es la persona que todos buscaríamos firme nuestra carta de recomendación, el experto.

Pero revisemos un poco de la ciencia compleja de Smith (énfasis mío):

Este poder de intercambio debe de haberse visto frecuentemente impedido o estorbado en sus operaciones. Un hombre, supongamos, posee más cantidad de cierta mercancía de la que necesita, mientras que otro tiene menos. Por consiguiente, el primero debería estar bien dispuesto a vender y el segundo a comprar.1

Wow. ¿Eso es ciencia? Podemos ponerle el adjetivo que gustemos y ciertamente complejo es uno de los que se me viene a la cabeza pero ¿ciencia? Voy a volver a la tierra imaginaria de Smith donde mi pequeña tribu y yo vivimos como un aillu, y de repente viene alguien que no vive en mi casa pero que SÍ es mi familia (antropología Smith, no te haría daño) y necesita unos cuantos choclos. A mí no me hace falta nada pues como acertadamente señala el padre de la religión económica, la coincidencia de necesidades es muy rara. Así que simplemente le digo que tome unos pocos de los que se encuentran cerca de los cuyes.

¿Qué salió mal? ¿No se supone que esto nos llevaría inevitablemente al trueque? ¿No sería entones que buscamos reemplazarlo con una moneda y después creamos el dinero? Intentemos de nuevo.

Una de mis tantas primas llega a mi casa y necesita unos choclos. A mí no me caerían mal una cuantas papas, yo no los tengo porque como en muchas otras comunidades decidimos poner todo en el depósito comunitario desde donde tomamos nuestros bienes.

OK, he fallado de nuevo. Esta es una historia que parece tan probable como la de Smith (aunque evidentemente lleva a conclusiones distintas) pero parece que no podremos saber quien tiene la razón. Es aquí donde los seres humanos nos veríamos en la necesidad de volver a los registros históricos para saber qué es lo que en realidad sucedía y entonces establecer la validez de la HIPÓTESIS.

Esta bien, acepto que estoy simplificando el argumento pero ¿no deberíamos preocuparnos un poco sobre cuánto de lo que escribió Smith tiene evidencia y cuánto es una simple suposición? La Riqueza de las Naciones fue un libro con un impacto enorme, y muchísimos se aventuraron a buscar la tierra del trueque, en todo el mundo… Esa tierra no existió. No existe. De hecho, sólo hemos visto trueque en sociedades ya monetizadas donde el dinero es escaso.

En palabras de la antropóloga Caroline Humphrey:

Nunca se ha descrito un solo ejemplo de economía de trueque, sencillamente, y mucho menos la emergencia de él del dinero; toda la etnografía disponible sugiere que jamás ha habido tal cosa.2

Hausmann continua:

[El mercado] posee una «mano invisible», que opera a través de los precios de mercado para proporcionar un sistema de información que se puede utilizar para calcular si el uso de los recursos para un fin determinado vale la pena – es decir, es rentable.

No sé si el experto entiende las implicaciones de esto. Un auto eléctrico que se auto-repara no es rentable, puesto que no podríamos generar ingresos de algo que es tan eficiente. Desechar comida, por otro lado, es muy rentable, así aumentamos la demanda y aseguramos un buen precio a nuestro producto. ¿Qué más no es rentable? Una población saludable que cultive su propia comida, enteramente dependiente de energías alternativas distribuidas y con acceso a una microindustria (en forma de impresoras 3D, por ejemplo), puesto que ¿qué comprarían entonces? ¿La materia prima para las impresoras 3D?

Las compañías que operan en el mercado entienden estas cosas, por eso han creado varios tipos de obsolescencia (percibida, programada, etc.) y los esfuerzos comunitarios de producción industrial a pequeña escala los han puesto en evidencia, al diseñar maquinaria que funciona igual o mejor, a un octavo del costo y con una durabilidad, en promedio, de cinco veces más.3

Hausmann después sugiere inescrupulosamente eliminar las regulaciones al mercado, en un acto de fe/ignorancia, porque su «mano invisible» se encargará de todo y, en un acto deshonesto, fortalece su línea al declarar que tener elecciones cada dos o cuatro años no es suficiente. Claro que eso no basta, pero el mercado y el estado no son fuerzas antagónicas, de hecho los mercados históricamente surgen por imposición estatal.4 Si vamos un poco más allá, los grupos de poder fácticos de la banca privada internacional ni siquiera mantienen elecciones cada 4 ó 10 años y la población poco o nada conoce sobre la enorme influencia que estas instituciones tienen en su día a día, pero alguien que ha trabajado en el BID ciertamente sí.

La economía actual es una religión, se basa en creencias y jerarquías que asumen el poder divino, ejerce violencia con quien no está de acuerdo, nos obliga a asumir que existen fuerzas ocultas que no entendemos que se encargarán de que «todo estará bien». ¿Algún científico en la casa?

Referencias

[1] Smith, Adam (2001). La riqueza de las naciones. Alianza Editorial. Madrid.
[2] Humphrey, Caroline. Barter and Economic Disintegration. Man 1985; 20:
48-72.
[3] Pearch, Joshua (2013). Open Source Lab, Elsevier, Estados Unidos.
[4] Graeber, D.(2012). En Deuda: Una historia alternativa de la economía. España: Ariel

MauMau 3 monkeys