Reflexiones sobre el caso de Jacob Appelbaum

Para todos quienes no saben quién es Jacob, o en qué problemas ha estado últimamente, lo siento. Esta publicación no fue pensada para ustedes y no pienso hacer justicia a todo ese contexto con una entrada en este blog. No podría.

i-o-e-r-r-o-r. Buscar.

La última semana ha sido dura e intensa. Desde el inicio, me pareció que esto no iba a ser sencillo porque me encontraba en el dilema Doctorow: ver enfrentadas las posiciones de dos personas absolutamente respetables en el mundo digital no comercial, enfrentadas. Shari Steele, con toda su trayectoría en EFF enfrentada al mismo Jacob Appelbaum, el hacker que apareció en lugar de Julian Assange en HOPE, el hacker que ayudo a descubrir el espionaje a Angela Merkel, el hacker al que Snowden confió un set de documentos, el hacker.

¿El problema? Shari anunciaba que Jacob ya no trabajaría en Tor Project debido a varias denuncias de «maltrato sexual» dentro de la compañía. Lo escribía Shari, no cualquier empleador sino Shari. E hice lo que nunca, me quedé callado porque no sabía qué pensar. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que las acusaciones eran ciertas. Y es ese algo de lo que quiero hablar.

Apenas salió la noticia, la comunidad se dividió. Uno lo sentía en las posiciones apasionadas de la gente que hablaba sobre el tema. «@ioerror: Brother, ven a vivir en Ecuador, acá estarás más tranquilo», «tú sabes cómo son de exagerados con lo de acoso sexual», vs. «¡cómo le puedes dar RT a esa mierda!», «obviamente las acusaciones son de verdad». Más o menos maduras, pero la gente poco a poco se iba posicionando en un bando y, en ambos casos, se han presentado cosas que te permiten zanjar el tema a tu favor.

Se metió [no se quién en] Wikileaks a decir «miren, las acusaciones contra Jake son una coartada» y en realidad que algunas lo eran. No obstante, al momento ha quedado claro que varias personas sí han sido víctimas de abusos por parte de Jake. Acá están dos testigos de una propuesta sexual en medio de una reunión de trabajo. Luego una amenaza de violación. Una pareja hablando de su encuentro sexual con Jacob y de cómo no se detuvo después de pronunciar su safeword. Para quienes no lo saben, en el sexo BDSM, estas palabras son usadas como alarma para señalar que uno no soporta más. Es similar a un luchador golpeando la lona, o al entrenador botando la toalla en el cuadrilátero.

Eso lo sabemos ahora. Sin embargo, en los momentos iniciales esto parecía tener el potencial de ser una cosa totalmente inventada. Y se puede ser totalmente convincente al decir que fue una trampa. Pero, ¿saben qué me hizo pensar siempre en las víctimas? Mi propia maldad. A menudo se dice que no importa lo terrible que haya sido una persona, siempre hay bondad en ella. Pero lo mismo es cierto para palabras totalmente opuestas. Sin importar qué tan buena sea una persona, eso no le exime de tener momentos de maldad.

Creo que la mayoría de nosotros, como lo hizo Appelbaum, estamos dispuestos a reconocer que —aunque somos buenos— podemos herir a otros «sin querer», pero es mucho más difícil aceptar que puedes ser increíblemente positivo para la sociedad al tiempo que un verdadero demonio en la vida de alguien que conoces. Los otros sí, pero ¿yo? Jamás. Y Jacob entraba en la categoría de «yo» para mucha gente que lo conocía, pues era —es— un héroe, la aspiración de en qué quieren convertirse.

La mayoría de nosotros hemos crecido en una religión, o una cultura, que nos dice que podemos ser buenos o malos. Olvídate de eso y repite después de mí: soy bueno y malo. Jacob es bueno y malo. Y la ética en la vida no es el resultado de sumar y restar tus impactos en la vida de otros. La ética no puede ser jamás tan cínica como la economía. Ese dualismo habrá de coexistir.

Por eso me resulta [REDACTED] esa respuesta liderada por Renata Ávila, que dice «Jake nunca ha sido mala con nosotras» y habla de solidaridad con Appelbaum frente a un «ataque unilateral coordinado». Esto se lee mal especialmente considerando que no aclaran a quiénes se refieren cuando hablan del tal ataque ¿a los medios de comunicación? ¿a las víctimas? ¿a todo? Claro que hay puntos válidos, pero coexisten con argumentos falaces en un mismo comunicado, y se ve mal. Se ve mal porque estas víctimas necesitan a las mujeres fuertes y defensoras de los derechos humanos como modelos para crecer. Si regresas a ver a estas personas por ayuda y ellas están haciendo «un acto solidario» con su agresor, parece que todo está perdido.

«Oye, te puede o no haber violado, pero Jake no es tan malo, eh. Están siendo injustos con él. Lo que te hayan hecho no justifica todo lo que le está pasando. Pobrecito».  Lo siento. No adscribo.