Carta a Villafuerte [Respuesta a la Carta a García]

Zumbahua es una tierra fría en la región andina de Ecuador que dentro del país es conocida por haber sido hogar temporal del ahora presidente Rafael Correa. El pueblo está rodeado de varias comunidades en las cuales reciben atención varios enfermos crónicos que son visitados regularmente por el personal del Hospital Claudio Benati. Hace cosa de tres meses llegué yo a formar parte de ese equipo con el deseo de volver a estar en un entorno pacífico y natural.

José Cuchiparte, su esposa y su nieto

José Cuchiparte, su esposa y su nieto

Quizás la labor favorita de todos los que llegábamos al hospital eran las visitas al enfermo crónico, salir en la ambulancia o la moto con el Josesito era genial, y era una persona muy humana llena de sentido del humor, dispuesto a escuchar y siempre presto a brindar lo mejor. Escapé de caer en el barranco del Quilotoa, es verdad, pero la experiencia valió totalmente la pena.

El otro lado de la moneda lo viví dentro del hospital, aclaro que no ofrezco un balance negativo en absoluto, puesto que cada persona encuentra un ambiente más o menos favorable según sus tendencias, pero espero ofrecer una perspectiva fresca acerca de un fenómeno que no está limitado a ese escenario, sino que lamentablemente es una práctica común en muchos lugares.

La Carta a García

Había corrido una semana desde nuestra llegada a Zumbahua, mis compañeros y yo estábamos aún aclimatándonos a la situación cuando la directora del hospital regresó de una de sus capacitaciones, como es normal existe cierta tensión con los superiores y algo tensos acudimos al pase de visita general con la Dra. Villafuerte. Uno actúa torpemente en esas circunstancias, es verdad, pero ya eran varias ocasiones donde se percibía una molestia hacia la forma en que actuábamos… cada vez que hacíamos una pregunta sobre dónde estaba algo o cómo se hacía cierto procedimiento en el hospital, recibíamos cierto desdén que finalmente estalló en un «¡Vaya a leer la Carta a García!».

El acceso a internet en el lugar era limitado, podíamos escabullirnos para usar la computadora de la dirección, o salir en un frío lacerante a uno de los tres cybers del pueblo; pero estando lejos de la familia y en aislamiento involuntario, ciertamente leer la dichosa carta no fue prioridad. Fue tanta la insistencia que finalmente decidí leer el documento que pueden encontrar en este enlace.

En resumen el documento relata la historia de Rowan, un mensajero de guerra quien recibe su encomienda y sin preguntar detalle alguno cumple la misión de entregar ‘la carga a García’, describiendo después a los jefes como seres omniscientes y ocupados que no requieren ser molestados por preguntas inútiles de empleados incompetentes.

"Los Jefes"

«Los Jefes»

Quienes me conocen podrán imaginarse como me estremecía conforme iba recorriendo el texto. No solo me molestaba que, como es usual, la gente usara a la autoridad como un argumento (lo cual es una falacia lógica) sino que además se acentuaba cierta clase de clasismo que a estas alturas de la historia humana me resulta intolerable y lo usaba como justificativo para mantener sistemas de gestión ineficiente dentro de un medio que requería una mayor eficiencia.

«Deben tenerla difícil aquellos que han tomado a la autoridad como verdad, en lugar de a la verdad como autoridad» – Gerald Massey

Anita estaba en la razón, ella no debía perder tiempo con cosas que debían funcionar ‘automáticamente’ y desde ese punto de vista considero que tenía razón al molestarse, pero eso no significa que debíamos ser nosotros quienes lo hagamos, era una falencia del sistema que no debía solucionarse pidiendo iniciativa sino realizando una estandarización adecuada y una inducción bien definida en el hospital. Algo que recaía no sobre nuestros hombros sino sobre aquellos de la persona a cargo. Preguntar no es tonto, ni está mal, mucho menos cuando se trata de la salud de otras personas. Las instituciones muy a menudo establecen protocolos para reducir la pérdida de tiempo y recursos y si este no es puesto a disponibilidad del recurso humano. La solución no es obligarles a leer la carta a García, es establecer un sistema inteligente que prevenga el error.

Profundizando en el asunto, abrir la discusión sobre estos temas es profundamente necesario, se debe desmitificar a la autoridad como algo que debe permanecer, de hecho mientras más eficiente se torna un sistema menos necesaria es la autoridad. Tomen como ejemplo los policías en las calles controlando el tránsito, estuvieron bien y fueron necesarios, salvaron seguramente muchas vidas, pero todos preferimos (incluso los policías) a los semáforos inteligentes, los pasos a desnivel, los carriles exclusivos y una buena señalización.

La Carta a García es un llamado a despertar la iniciativa, pero es también un pretexto para la mediocridad en los sistemas de gestión en cualquier área, de hecho la iniciativa muere cuando realizamos tareas mecánicas que son justamente donde nos piden obediencia, la iniciativa florece y brilla cuando se trata de romper viejos paradigmas en busca de mejores dinámicas, que quiten el tiempo tanto al ‘jefe’ como a los ‘subordinados’ en busca de que el principio de autoridad, se torne obsoleto.

6 thoughts on “Carta a Villafuerte [Respuesta a la Carta a García]

  1. Es curioso, llegue a este articulo después de que mi jefe, en vez de que me dijera como quería hechas las cosas después de que yo le preguntase, me dijera que leyera la carta a garcía..
    ¿No podía tomarse 2 minutos para explicarme que, y como quería las cosas? No es que falte iniciativa de uno para hacer las cosas, simplemente, ¿Como esperan que las cosas esten bien hechas (o simplemente hechas), si no hay la capacitación?

    …Y mientras escribo esto, mi jefe se salió a fumar un cigarro. Y luego dicen que uno se la pasa perdiendo el tiempo.

  2. Estoy de acuerdo con la respuesta a Una carta a García y con los comentarios… El Sr. Hubbard destacó la labor de Rowan pero no creo que haya querido dignificar el «adivine qué, adivine quién, adivine dónde, adivine cuándo, adivine cómo», y otras actitudes de jefaturas que muchas veces tratan de ocultar su ignorancia e in capacidad… Todos queremos y necesitamos ser instruidos, guiados y estimulados como aprendices y profesionales o artesanos,mensajeros y, en fin, como seres humanos.

  3. Me parece una óptica interesante y válida: si no está la preparación previa, no solo del jefe (que prefiero llamarle “el que más tiene responsabilidad”) sino del individuo en cuestión que va a ejercer un trabajo.

    Ante todo, expongo abiertamente mi posición: soy un gran defensor de la “Carta a García” como ejemplo del mejor instructivo para gerencia de operaciones que he visto. Y sé que, como todo, tiene puntos de vista. El mío, para el uso de la carta, lo ilustro con un ejemplo en un partido de fútbol:

    Si el jugador está previamente preparado y goza del talento que le permite estar a la altura de su liga y entiende cual es la posición que le toca ejercer en el campo, el escenario ideal es que pueda expresar su ingenio futbolístico para hacer realidad los planes que el entrenador en cuestión tenga preparados para designarle. Si el técnico es mediocre, es un ambiente organizado y estandarizado, como lo es el fútbol profesional, tendrá probabilidades de ir a un equipo mejor, y el técnico, ser botado.

    Para eso incluso existe un término. Para cuando el jugador sobrepasa las capacidades de todos los técnicos disponibles, de toda esa institucionalidad: “Le quedó pequeña la liga”. Se irá a otra, porque lo necesitan para crear valor allí.

    Pero si el jugador no entiende su papel, su rol, y desea ir en otra vía distinta a la que el técnico tiene preparada, así sea una estrella, este último, tiene que botarlo o irse él. Se convertiría en un saboteador.

    Este ejemplo, está centrado en un ambiente institucionalizado. Es más difícil de ver cuando no hay estándares claros, ni capacitación previa. Hay matices de matices, pero bien empleada, la carta es un ejemplo de responsabilidad no delegable. Es un ejemplo de tener “capacidad de respuesta”. A veces, compromiso difícil de asumir cuando ya pasaron los momentos de debates de ideas y de opiniones. Para concretar hay que ejecutar, desde el “jefe” (trabajador que debe rendir cuentas de todas todas) hasta el “subordinado”. Y si es propietario, más carga tiene: debe buscar la aprobación del mercado.

    Todos los humanos nos equivocamos, tenemos emociones cambiantes, y es comúnmente popular considerar al “superior” como abusador. Mi humilde consejo, para los que se anotan en esa categoría, es que no permita que nadie abuse de usted, empezando por usted mismo. Si su llamado superior es muy mediocre, supérelo. Hágalo por usted, se necesita mucha gente con la debida voluntad para trascender y ser constructivo. Ya se le abrirán otras puertas, que quizá no eran obvias en ese momento.

    Si la institucionalidad en su área no existe, una esfuerzo y hágala. Hay mucha gente esperando por usted para que construya. Lo paradójico, es que si hace esto, quizá tenga otra opinión de esta carta. Habrá visto un nuevo punto de vista que hay que vivirlo para entenderlo.

    Es mi opinión y mi manera de trabajar. Mis respetos y saludos.

  4. Edgar Sotomayor

    Dr. Delgado,

    Alabo su redacción, me gusta la forma y la lucidez. En muchos aspectos estoy de acuerdo y en otros no tanto; ya que como entiendo, el autor del ensayo «Carta a García» resalta que el héroe es siempre aquel que en cada momento ejecuta con precisión y entusiasmo lo que tiene que hacer, como lo haría Rowan, que toma la carta y no pregunta: ¿en dónde podré encontrarlo?».

    Alabo también su trabajo en bien de los demás, aunque fuera aislado contra su voluntad, pues a la temperatura del páramo, es loable la gestión; ya sería fácil trabajar en las ciudades, donde el facultativo se dedica a llenar formularios, mientras el «paciente» se desgasta hablando de sus males, sin siquiera recibir la mirada de su médico concentrado frente al teclado.

    A veces creo que Elbert Hubbard debió estar pensando en la fe ciega de Abrahan obediente a un Dios que no conocía, cuando escribió su tan famosa carta.

  5. Enrique García

    Estoy de acuerdo y desde hace muchos años.
    Quienes citan tanto esta carta, omiten a menudo que no es más que una parábola. Rowan nunca existió, ni hubo ningún independentista cubano de relevancia que haya pasado a la historia con el nombre de García. Era tan solo un nombre convenientemente español. De haberse escrito hoy, García tendría un nombre más latinoamericano, como Vargas, o puede que hasta Zapata.

    Nuestro empresario americano glorificaba a un trabajador inexistente. A lo mejor al pedir jefes responsables, estamos pidiendo también un jefe de ficción.

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